Quién sabe a qué sucesos cósmicos estamos sometidos. Pero poco a poco nos vamos empapando de acontecimientos que, solo por su escala, es difíciles de entender. Mucho más cuando nos acercamos a un agujero negro.

Parpadenado desde 2014

Todo empezó hace más de cuatro años. A finales de 2014 se detectó un raro fenómeno. El agujero negro supermasivo situado en el centro de la galaxia, a 300 millones de años luz de la Tierra, estaba engullendo una estrella. Hasta ahí todo más o menos normal, dentro de lo normal que una estrella esté siendo tragada. 

Los que llamó la atención de los científicos son los fenómenos producidos en ese momento. Las fuerzas de marea del agujeros estiraron la estrella y provocaron una explosión de rayos X.
 

450 días

Una explosión con un eco muy particular. Aquel pulso de rayos X es intenso, estable y periódico. La señal tiene su origen en un entorno muy cercano al horizonte de sucesos del agujero negro, es decir, el punto en el que nada puede escapar de la fuerza gravitacional del agujero. 
La constancia del impulso es extraordinariamente regular. Cada 131 segundos se ilumina y desaparece. Y así lleva de modo intermitente pero sin parar desde hace al menos 450 días

Estos datos han permitido, entre otras cosas, calcular la velocidad a la que gira el agujero negro. Los científicos han calculado que se mueve a más o menos la mitad de velocidad de la luz. Aunque los Astrofísicos ya sabían que estos cuerpos giran a gran velocidad no ha sido hasta la comprobación de los pulsos de rayos X cuando han podido establecerla de forma más ajustada.