Allá va, rumbo al 1A 0620-00, el agujero negro más cercano a la Tierra,  al que tardará 3.500 años luz en llegar. Es un mensaje pronunciado con la famosa voz sintetizada de Stephen Hawking, que el físico y cosmólogo dejó escrito y grabado para enviarse al espacio tras su fallecimiento, y al que se añadió música del teclista y compositor griego Vangelis, autor de los temas principales de Carros de fuego (ganadora del Oscar a la mejor banda sonora en 1981), Blade Runner (1982) y 1492: La conquista del paraíso (1992).

La Agencia Espacial Europea lanzó la creación el pasado viernes, durante el entierro de las cenizas de Hawking en la Abadía de Westminster de Londres. "Es un mensaje de paz y esperanza, sobre la unidad y la necesidad de que vivamos juntos en armonía en este planeta", explicó Lucy Hawking, hija de Hawking, fallecido el 14 de marzo a los 76 años, víctima del ELA, y cuyas cenizas reposan ya al lado de las tumbas de otros dos grandes científicos: Isaac Newton y Charles Darwin. Estuvieron presentes en el entierro su familia, algunos de sus colegas, y unas 1.000 personas procedentes de más de 100 países, ganadoras de un sorteo que tenía como premio invitaciones para asistir a este funeral. Recibieron a los invitados voluntarios de la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, en la que Hawking participó.

Una voz robotizada pero única

Hawking perdió la voz en una operación de urgencia en 1985. Como todavía podía mover las manos, salvó la dificultad para expresarse usando un ordenador de escritorio conectado a unas enormes baterías en la parte trasera de su silla de ruedas. Un altavoz le proyectaba la voz. Pero cuando la parálisis muscular le afectó también a las manos, Intel, el mayor fabricante de circuitos integrados del mundo, creó para él un sofisticado sistema informático, que Hawking controlaba con la mejilla.

Tal como dejó escrito en su blog, “interactúo con esa computadora a través de un programa llamado ACAT (Assistive Context-Aware Toolkit) que me muestra un teclado en la pantalla. Un cursor escanea automáticamente ese teclado por filas o columnas, y puedo seleccionar una letra moviendo mi mejilla para hacer detener el cursor”. Un interruptor colocado en las gafas detectaba “el movimiento de mi mejilla”. Para agilizar el sistema, el software disponía de un algoritmo basado en el vocabulario de sus libros y conferencias, de manera que le bastaba con teclear los dos primeros caracteres para que le apareciera la palabra completa.