De todos los villanos estelares que habitan el cosmos al que más tememos es al agujero negro. Los neófitos en astrofísica, la inmensa mayoría de nosotros, sentimos pavor solo con escuchar la expresión “agujero negro”. Las nociones que se nos quedan cuando un entendido lo describe como “una forma cósmica con tanta densidad que nada puede escapar de su atracción gravitatoria” nos asusta. Y ahora resulta que uno de ellos vaga por el Universo a toda velocidad.

Un agujero negro a 7,5 millones de km/h

Un equipo de astrónomos de la NASA ha descubierto este insólito fenómeno. Normalmente, los agujeros negros son más o menos estables en su movimiento. Pero este agujero supermasivo observado recientemente se mueve nada menos que a 7,5 millones de kilómetros por hora. Es decir, recorrería la distancia de la Tierra a la Luna en menos de 3 minutos. Y así, complemente desbocado, se dirige hacia la Vía Láctea, la galaxia en la que se encuentra nuestro planeta. La buena noticia es que no llegará mañana. Aún se encuentra a una distancia de 8 mil millones de años luz. De momento parece que estamos a salvo porque tardará algunos millones de años en ni tan siquiera acercarse por aquí.

Einstein tenía razón (una vez más)

Pero lo que ha interesado a los científicos es cómo se ha producido este fenómeno. La primera hipótesis es que se trata del resultado del choque de dos lejanas galaxias. Al parecer, en el centro de las galaxias es frecuente encontrar agujeros negros. La unión de los dos que ocupaban los centros de estas galaxias provocó una onda gravitacional que empujó a nuestro protagonista. Si eso es cierto, se trataría de una nueva constatación de una hipótesis formulada por Albert Einstein. El físico alemán dedujo hace más de 100 años la existencia de estas ondas gravitacionales. Einstein las definió como ondulaciones del espacio tiempo producidas por eventos catastróficos en el Universo. Cómo las ondas que una piedra produce al chocar con la superficie del agua.