El escritor y editor adjunto de la revista New York, David Wallace-Wells, se ha convertido en una de las voces más autorizadas para hablar de cambio climático, y de las más capaces de elevar sus libros a la categoría de súper ventas, con una combinación de rigor científico y un estilo mordaz.

En 2017 advirtió en un número de su revista que la Tierra será inhabitable si no hacemos nada para combatir la crisis climática, e hizo historia al convertir la edición en la más leída hasta la fecha de entre todas las que había publicado la cabecera, que existe desde 1968.  

En su libro The Uninhabitable Earth ("El planeta inhóspito", 2019) alerta sobre el panorama que se prevé de sequías, inundaciones, plagas, hambrunas, enfermedades infecciosas, glaciares en extinción, olas de calor agresivas, aire irrespirable y conflictos. "Es mucho, mucho peor de lo que imaginas", afirma, pero no se considera pesimista: asegura que aún es viable un "futuro relativamente próspero y relativamente habitable".

Esta semana se ha publicado una entrevista con el autor en la BBC, en la que éste afirma que fue en 2016 cuando se produjo un punto de inflexión a favor de su interés por el medio ambiente. “Se publicó una gran cantidad de investigaciones mostrando la gravedad de los escenarios que se prevén para la Humanidad, pero apenas vi alguna publicada en la prensa”, recuerda. “Los datos eran tan alarmantes que sufrí un ataque de pánico que me duró un mes”. No obstante, no responsabiliza solo a los medios de nuestra desinformación ecológica. A su juicio, ha sido muy perjudicial que “los científicos” se hayan mostrado “reacios a hablar sobre lo dramáticas que son las perspectivas porque les preocupaba aterrorizar a la población”. Incluso los activistas medioambientales le han parecido tibios, “adoptaron una actitud similar: enfatizaron posibilidades optimistas para movilizar la opinión pública de manera que entendieron más eficaz”.

Ubicándose en el extremo opuesto, a quienes lo tildan de alarmista responde que “todos deberíamos estar alarmados”, pues “los cambios están ocurriendo mucho más rápido de lo que la gente esperaba, y de una manera global”. Así, “durante mucho tiempo, el peor pico máximo del que oímos hablar respecto al cambio climático planteaba un 2°C de calentamiento”, nivel que los científicos ya consideraban "catastrófico". Sin embargo, “teniendo en cuenta el momento en el que estamos ahora y los obstáculos a los que nos enfrentamos, llegar a 2°C es casi un escenario optimista”, y los “científicos han demostrado que el cambio climático tendrá un gran impacto económico, que dañará la producción de comida, causará conflictos y guerras, daños emocionales... Mutarán casi todos los aspectos de nuestra vida”.

Wallace-Wells cree que el año que termina, 2019, ha sido clave para la conciencia colectiva. “En 2018, el grupo de científicos asesores de la ONU en materia de cambio climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicó un informe emblemático apremiando más que nunca a limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5° C. No me parece una coincidencia que al año siguiente hayamos visto huelgas contra el cambio climático sin precedentes en todo el mundo”.

La pregunta del millón es si los líderes políticos “usarán esta oportunidad para hacer cambios reales que nos permitan resistir esta crisis. Creo que estamos remando en la dirección correcta, pero no lo suficientemente deprisa. Y ninguna nación puede resolver el problema por sí sola, ni siquiera China o Estados Unidos, que son los principales emisores de gases de efecto invernadero”.

 ¿Y qué opina el experto de Greta Thunberg? “Es maravilloso lo que ha logrado en poco más de un año, convirtiéndose en una líder increíble e inspiradora”, afirma. Trump le preocupa incluso más ahora que al principio de su mandato. “Cuando Trump tomó posesión del cargo, pensé haber retirado a Estados Unidos del liderazgo en la lucha contra el cambio climático podría conducir a otros líderes -como China- a adoptar la actitud contraria. Pero resultó al revés: no solo China abandonó sus compromisos, también lo hicieron muchos otros países”. Así, la acción colectiva que se requiere en esta lucha la torpedean los satélites de Trump: “Desde el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hasta líderes de la oposición en Francia, como Marine Le Pen. Se requiere una acción global porque el cambio climático es un problema global”.

Entre tanto, apela a la ética individual. “El impacto que puede tener cualquier individuo se produce, sobre todo, a partir de la política. No creo que podamos cambiar la situación en ninguna de las trayectorias que son importantes a través de acciones voluntarias, como tomar menos aviones o comer menos carne roja. Esas cosas son importantes para señalar a nuestros líderes políticos que estamos ansiosos de un cambio. Si quieres salvar el planeta, tu voto es mucho más importante que tu dieta”.