Más de un siglo llevan los escritores norteamericanos tratando de componer lo que llaman La Gran Novela Americana. Aquella que condense la épica y la miseria que se reparte en aquel país. Jonathan Franzen es el último candidato a conseguirlo. Aunque su ambición parece estar más por escribir La Gran Novela Mundial

Una que explique cuál ha sido nuestro papel en la destrucción del hábitat en el que vivimos. Es lo que transmite en su último artículo para New Yorker. Franzen es categórico y afirma que ya es demasiado tarde para frenar el cambio climático radical. Que lo único que podemos hacer es suavizarlo un poco y que mejor que nos vayamos preparando para sus consecuencias

No es el primer autor que defiende esta visión pesimista, acaso realista, del asunto. Pero sí es uno de los más reputados en hacerlo. Para ello se apoya tanto en artículos científicos como en evidencias físicas

Nada nuevo

Franzen se lamenta de que esta cuestión no es algo nuevo. Que llevamos más de sesenta años sabiendo que nuestro estilo de vida tiene repercusión en la atmósfera y en la temperatura global, pero lo hemos ignorado por un beneficio inmediato. Y que ahora que lo sabemos, ni de lejos estamos haciendo lo suficiente. 

Tanto es así que hemos disparado la pistola climática, y ya nada de lo que hagamos puede detener la subida de las temperaturas que convertirá áreas en desierto, provocará catástrofes meteorológicas que ni imaginamos y hará que los hielos de los polos sean solo un recuerdo. 

El autor de Libertad también denuncia el falso optimismo de algunos activistas. Les impele a que denuncien la situación basándose en la realidad, no en una irreal posibilidad individual de alterar una transformación que se produce en unas magnitudes a años luz de lo que una persona puede asumir. 

Para Franzen, nuestra responsabilidad será transmitida a la generación siguiente, que serán los que paguen en mayor medida las consecuencias. Y eso nos perseguirá por siempre.