Las emisiones de efecto invernadero de la aviación contribuyen entre un 5 % y un 8 % al calentamiento global, y podrían multiplicarse por ocho en 2050. Así lo afirma Ecologistas en Acción en el estudio Decrecimiento de la aviación: la reducción del transporte aéreo de manera justa, que ha elaborado como parte de la red Stay Grounded, y donde insta además a reducir el tráfico aéreo y penalizar a quien viaje más y tenga más recursos, eliminando “el sistema de privilegios de la aviación”, que goza, a juicio de la ONG, de “numerosas exenciones fiscales a nivel global”. También reclama fomentar “alternativas” por ser el sector “más contaminante”.

Y es que los aviones, señala el estudio, además de dióxido de carbono emiten ozono, metano y otros gases, así como hollín, estelas y nubosidad inducida, que no sólo provocan daños en el medioambiente sino también en la salud.

En 2017, los aviones emitieron 859 millones de toneladas de CO2, según Air Transport Action Group. Una persona que realiza un vuelo entre Nueva York y Londres genera la misma cantidad de emisiones que un calentador casero durante un año, de acuerdo con datos de la Comisión Europea. El avión contamina 285 gramos de contaminación por pasajero y kilómetro.

Frente a estos datos, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, el medio de transporte que produce menos gramos de CO2 por pasajero y kilómetro es el tren. Apenas 14 gramos. El segundo a bordo es el autobús, con 68 gramos por pasajero y kilómetro. Viajar en coche supone 104 gramos, y en moto, 72.

Aunque la palma contaminante se la llevan los cruceros. Según Organización Mundial del Turismo y el Programa de las Naciones Unidas, emiten 1.000 veces más de CO2 que el viajar en tren. Además, pueden producir hasta 210.000 litros de aguas residuales a la semana en un crucero de 3.000 personas.

De acuerdo con la previsiones de Ecologistas en Acción, no es viable, a corto plazo, una aviación sostenible, porque no hay alternativas verdes en el sector de la aeronáutica.