Les hemos declarado la guerra a los insectos. Y ni su tamaño, ni su capacidad para reproducirse a toda velocidad y en gran número los va a salvar. Ya está demostrado que cuando los humanos nos empeñamos en terminar con una especie animal, o varias, somos altamente efectivos. 

Aunque para ello sea necesario regar grandes parcelas de terreno de productos químicos de toda índole. Y hacerlo sin escatimar la cantidad de agentes nocivos para los insectos. 

El resultado es lo que en Estados Unidos ya se conoce como “el Apocalipsis de los insectos”. Un fenómeno que está acabando con abejas, mariposas y otras especies, polinizadoras o no, y de paso con un buen número de aves que se alimentan de estos animalillos.

1.000 días activo

El motivo es que, según un reciente estudio, el campo norteamericano es ahora 50 veces más tóxico para los insectos de lo que era hace solo 25 años. Sobre todo a partir de la creación y expansión de agentes químicos conocidos como neonicotinoides. Los entomólogos aseguran que estos productos pueden considerarse los nuevos DDT, el preparado que se popularizó a mediados del siglo pasado. Solo que en el caso de los nuevos compuestos, son mucho más tóxico que aquel pesticida.

Y otro factor clave es que estos neonicotinoides permanecen mucho más tiempo en el ambiente y en el suelo. Hasta 1.000 días después de ser rociado en los cultivos puede seguir matando a los insectos que entran en contacto con él. 

Mientras en Europa ya se ha comenzado a limitar el uso de este tipo de insecticidas para preservar las poblaciones de abejas, en Estados Unidos su uso sigue siendo indiscriminado, provocando esa apocalipsis de insectos.