La carrera espacial, aunque se haga en solitario y con impulso privado, tiene que seducirnos. Si empezamos a ver por la Tierra aparatos más sofisticados e innovadores que los que se envían a explorar el cosmos, mal vamos. Así que un drone para explorar la atmósfera de Titán entra dentro de lo que responde a nuestras fantasías. 

Dragonfly, Libélula en inglés, es la sonda que la NASA está ultimando para lanzar contra el planeta satélite de Saturno. Un entorno que desde que fue descubierto se plantea como uno de los medioambiente que podrían albergar vida, aunque sea bacteriana. 
 

Vuelos en densidad titánica

Este drone realizará vuelos sobre las nubes de Titán durante años. Dado que la densidad de su atmósfera es más de cuatro veces superior a la de nuestra atmósfera y el satélite solo tiene el 14% de la gravedad terrestre, el vuelo de Dragonfly es más sencillo que en la Tierra y requiere mucha menos energía. Con solo el 2% de la potencia que necesitaría en nuestra planeta, podrá despegar y recorrer el aire titánico sin problema. 

Aunque todavía sigue siendo un importante reto de ingeniería. Dragonfly usa cuatro parejas de rotores para avanzar y estabilizarse. Unos rotores que han de ser programados con la redundancia adecuada para evitar vibraciones. Y portará un generador de radioisótopos que le garantizará autonomía aunque el Sol esté tan lejano que apenas se perciba su energía. 

El proyecto todavía se encuentra en fase de aprobación. Debe competir con otras propuestas de sondas, como la Caesar. A su favor cuenta con la espectacularidad del proyecto. 

Si sigue adelante, se espera que inicie su viaje en 2025 y necesite casi una década para llegar a Titán. En 2034 estaríamos recibiendo las primeras lecturas de la atmósfera titánica. Si el proyecto alza el vuelo.