Seguimos explorando nuestro entorno cercano. Y no es fácil, porque se trata de un medio ambiente hostil. En cuando abandonamos el confort de nuestra atmósfera, los problemas se multiplican. Pero ahí seguimos. Incluso con el más difícil: enviar una sonda para estudiar el Sol.

Peligro de incendio

Porque conseguir que un ingenio mecánico humano no se derrita literalmente cuando llega cerca de nuestro estrella es todo un reto. Un reto de esos que le gustan a la NASA y que va afrontar en la misión Parker Solar Probe. El objetivo es revelar los secretos que aún encierra el Sol, que no son pocos.Y entender cómo funciona el astro, cómo se comporta y su influencia sobre los planetas que lo rodean no solo es relevante desde la perspectiva terrestre. También nos ayudará a entender las dinámicas que rigen ahí fuera, en los miles de millones de estrellas que podemos ver cada noche. 
Parker Solar Probe será lanzada a finales del verano y se acercará al Sol tan cerca que ninguna otra nave ha llegado tan lejos. Los científicos esperan que se instale en una órbita de alrededor de 5 kilómetros de distinta de la superficie solar.

Corona solar

Desde ahí podrá estudiar uno de los secretos del Sol: la corona solar. Esa atmósfera de nuestra estrella en la que las temperaturas son incluso más altas que en la superficie, algo para lo que los astrofísicos no han encontrado todavía explicación. 
Además de una serie de dispositivos encargados de detectar variables como la temperatura y la velocidad, la sonda va revestida de una carcasa especialmente diseñada para soportar las altísimas temperaturas a la que se verá sometida. Aunque el calor no es el único problema que se encontrará. También deberá resistir fuerzas gravitacionales que hasta ahora ninguna otra sonda ha experimentado.