Algunas personas, por definirlas de algún modo, aseguran que las vacunas no son seguras. Que podrían producir otras enfermedades, como autismo. Podrían, puede, quizá, no está demostrado. Lo que sí sabemos es qué ocurre cuando no se vacuna a los niños. Que patologías que afectaban a un número ínfimo de personas, de repente se convierten en epidemias

Es lo que parece que está sucediendo en los estados del noroeste de Estados Unidos. En un único condado del estado de Washington se ha registrado ya 35 casos de sarampión. Se estima que existen al menos 50 localizaciones en las que todos los que hayan pasado por ahí podrían contagiarse de la enfermedad, al haber sido lugar de paso de un paciente confirmado. 

90% de contagios

Podrían si no están vacunados o si lo están, pero hace tanto tiempo que las defensas contra esa patología han desaparecido. Esto supone un grave riesgo para la salud de los ciudadanos. El sarampión es una enfermedad asintomática hasta estadios avanzados y que se contagia a personas no inmunizadas en un 90%. Poca broma.

De nuevo, los dedos señalan al colectivo anti-vacunas. Ese grupo indefinido de personas que ha decidido que las vacunas son nocivas y que bajo ningún concepto van a administrárselas a sus hijos. Solo cabe esa explicación para una enfermedad que tiene un 95% de resistencia en pacientes vacunados. 

La forma en la que se propagan estas enfermedades han alarmado a las autoridades hasta el punto de decretar el estado de emergencia. Hay que tener en cuenta que con las tasas de contagio del sarampión, puede expandirse de forma geométrica y convertirse en pandemia en pocos días. 

Son una autoridades que hace unos meses decidieron, como en ß, dar a los padres la libertad de vacunar a sus hijos o no. Una muestra más del liberalismo norteamericano llevado al paroxismo. Aunque sí tiene razón en un punto: que sobrevivan los mejores preparados.