Incluso en este verano atípico hay cosas que permanecen: por ejemplo, que uno de los iconos culturales de Francia, la Torre Eiffel, crezca entre 15 y 30 centímetros. El que fue, hasta 1930, el edificio más alto del mundo, que debe su nombre a Gustave Eiffel y tuvo la misión inicial de funcionar como una torre de transmisión de radio, mide 300 metros y pesa unas 7.300 toneladas de hierro forjado. Y crece. Por la expansión térmica.

Una varilla de hierro de 300 metros de longitud se alarga tres milímetros cuando se calienta un grado. En igual proporción deberá aumentar la altura de la torre Eiffel cuando su temperatura asciende un grado centígrado, por ese fenómeno que hace que los fluidos se expandan en su volumen cuando se calienten.

Cuando hace calor en París, el hierro de la torre se puede calentar hasta 40°C, y en invierno cae a 0° y hasta varios grados bajo cero; esto es, la temperatura de la torre puede experimentar oscilaciones de 40 o más grados. Y así, la altura de la torre Eiffel puede variar en 12 centímetros, porque 3 milímetros multiplicado por 40, que es la variación de temperatura, es igual a 120 milímetros, o sea 12 centímetros).