Decía una vieja canción española de los ochenta que Saturno es aburrido porque no hay tablas de surf. Pero parece que no puede decirse lo mismo de Júpiter. Cualquier surfero avezado podría cabalgar olas de kilómetros de alto.

Descubrimiento de Juno

Es la última aportación de la sonda Juno al conocimiento del planeta gigante de nuestro Sistema Solar. Son olas gaseosas, como casi todo en Júpiter, que fueron detectadas por primera vez por las mágicas sondas Voyager, pero que ahora, la nueva nave más moderna y mejor equipada, ha podido observar y medir. 

Las olas avanzan durante cientos de kilómetros, algo parecido a lo que salía en el planeta remoto de la película Interestellar. Trenes de olas atmosféricas que no son más que estructuras de aire en movimiento, con crestas y valles pronunciados que se dan sobre todo en las áreas ecuatoriales, como resultado de las diferencias de presión y a la rotación de Júpiter.

Miles de Km de distancia

Estos trenes de olas se componen de ondas cuya distancia entre ellas puede variar desde los 65 kilómetros hasta más de 1.000 kilómetros. Pero lo realmente relevante del descubrimiento es la altura que pueden alcanzar estas formaciones. La sonda Juno ha registrado alturas superiores a los 10 kilómetros. Por extrapolarlo, si estas olas se dieran en la Tierra derribaría aviones en pleno vuelo.

Los científicos que están analizando el fenómeno aseguran que estos trenes de olas se pueden ir superponiendo en densa atmósfera de Júpiter seguramente en niveles de densidad distinta.

Este análisis también asegura que las olas son en realidad ondas gravitacionales. Ondas ascendentes que se topan con flujos de aire, como una corriente ascendente o una perturbación, algo que la cámara de la sonda Juno aún no ha sido capaz de detectar. 

Es un paso más en el conocimiento de la complicada atmósfera de Júpiter, en el que las dinámicas y flujos son constantes y alguna de sus manifestaciones directamente observables desde la Tierra.