Cara a cara con La Gioconda, el enigma de su sonrisa continúa. Aunque un médico estadounidense podría haberlo resuelto con un diagnóstico, no artístico sino sanitario: a su juicio, Mona Lisa habría padecido un trastorno hormonal, una enfermedad relacionada con el hipotiroidismo.

No es la primera vez que un médico examina el retrato de la esposa del mercader de seda florentino Francesco del Giocondo, cuyo rostro volvió inmortal Leonardo Da Vinci. Ya en 2004, reumatólogos y endocrinólogos sugirieron que las lesiones cutáneas y las hinchazones de las manos que se aprecian en el cuadro podrían ser indicativas de un trastorno lipídico y una enfermedad cardiaca. También se especuló con que la sonrisa de Lisa Gherardini podría haber sido el resultado de la parálisis de Bell, o que la hiperlipidemia familiar y la aterosclerosis prematura podrían haber causado su muerte.

Ahora, Mandeep R. Mehra, director médico del Heart & Vascular Center en el Brigham and Women's Hospital de Boston (Estados Unidos), ha publicado una carta al director en la revista Mayo Clinic Proceedings señalando el adelgazamiento de la Mona Lisa, la piel amarilla y el posible bocio como evidencia visual de hipotiroidismo. Este sería, en su opinión, el diagnóstico más probable dado que La Gioconda vivió hasta los 63 años.

La dieta de los italianos durante el Renacimiento carecía de yodo, provocándoles bocio (inflamación de la glándula tiroides), que solía representarse en las pinturas y esculturas de la época.

Si hubiera sufrido una enfermedad cardiaca y un trastorno lipídico, señala, sería poco probable que hubiera vivido a una edad tan avanzada, dado los tratamientos limitados disponible en la Italia del siglo XVI.

Con todo, afirma, "en muchos sentidos, es el atractivo de las imperfecciones de la enfermedad lo que le da a esta obra maestra su misteriosa realidad y encanto",