Las implicaciones del cambio climático están lejos de llegar a ser comprendidas en su totalidad. Por ejemplo, nunca habríamos pensado que el alza de las temperaturas podría hacernos alérgico a la carne, pero así es.

Un bicho asqueroso

La culpable es la garrapata estrella solitaria, llamada así por la mancha blanca que luce en el dorso y por ser autóctona del estado norteamericano de Texas, que tiene una única estrella en su bandera. 

La picadura de este insecto puede volver al huésped alérgico a la ingesta de carne roja. El proceso de esta reacción adquirida es similar a lo que sucede con el anisakis y el pescado. 

La picadura de la garrapata inocula en el cuerpo humano una tipo de azúcar llamado galactosa. Esta sustancia está presente en la mayoría de los mamíferos, pero en algún momento de la evolución, los primates la perdieron. Cuando la galactosa entra en contacto con el organismo de un primate, y eso es lo que somos, al fin y al cabo, genera una reacción del sistema inmunológico.

Vectores al norte

Los glóbulos blancos atacan a estos azúcares como si se tratara de virus y generan reacción. De este modo, cada vez que la galactosa entra en nuestro cuerpo se produce una reacción alérgica, que puede ir desde la aparición de eccemas a el shock anafiláctico. 

Las autoridades norteamericanas han informado que la afectación de esta patología ha aumentado en incidencia y está ascendiendo hacia el norte del país. En concreto han registrado casos en el norteño estado de Maine.  De hecho, aseguran que este tipo de enfermedades, contagiadas por vectores como las garrapatas, se han triplicado en el país en menos de una década. 

Su explicación es evidente. La bajada de temperaturas está favoreciendo la propagación de estos parásitos a latitudes más septentrionales.

Hay quién piensa que una picadura de este tipo podría hacer que Donald Trump se replanteara su posición sobre el cambio climático.