Las cosas ahí arriba van tan despacio que es imposible darse cuenta. Los científicos aseguran que nuestra galaxia, La Vía Láctea, chocará contra otra gran cúmulo de estrellas, Andrómeda, y la perspectiva es inquietante. Aunque tan lejana que nadie se preocupa. Ahora tenemos un adelanto de lo que ocurrirá.

Es una vez el telescopio Hubble el que nos sirve imágenes de cómo ocurren las cosas en el Universo. Hace unos días captó la impactante imagen de dos galaxias fusionándose a unos 230 millones de años luz de la Tierra. 

Ubicada en la constelación de Hércules, la gran agrupación resultante se ha denominado NGC 6052. No es un punto en el cielo desconocido. Ya había sido avistado a finales del siglo XVIII.
 

Dentro de 4.000 millones de años

Ahora, han sido necesarias las más sofisticadas técnicas de observación para poder determinar que se trata de la colisión de dos galaxias que se han ido atrayendo mutuamente hasta que las estrellas de una se han mezclado con las de otra. 

En este tipo de acontecimientos cósmicos las consecuencias son impredecibles. En ocasiones, a causa de las increíbles fuerzas de gravedad que se desatan, algunas estrellas son disparadas fuera de sus sistemas. Aunque lo más normal es que el cambio sea completamente inocuo para soles y exoplanetas. Las distancias son tan enormes que es difícil que un cuerpo de una galaxia entre en conflicto con otro. 

En lo que sucederá por estos lares con Andrómeda. Aunque, no tendremos que preocuparnos por si el Sol sale repelido y nosotros con él. Todo esto pasará dentro de 4.000 millones de años. Y para entonces ya no existirá el Sol y, por supuesto, ningún rastro de nuestro paso.