Es posible que creamos que la evolución de los seres humanos se ha detenido. Que la selección natural darwanina ya no funciona en nuestro respetuoso mundo social donde no sobreviven solo los más fuertes. Pero lo cierto es que la evolución sigue su curso. Y si no lo percibimos es porque se trata de todavía más lento que el movimiento de los continentes.

Más altos y claros

Dos estudios presentado en el congreso Biology of Genomes reflejados en Science muestran cuál está siendo el curso de la evolución humana en los últimos milenios. La conclusión es que, desde la época romana, los británicos por ejemplo se han vuelto más alto y con el pelo y la tez más clara. El método de estudio no ha cambiado. Los biólogos se centran en el papel de las mutaciones genéticas que generan nuevos rasgos. Y en cómo una vez que la mutación aparece, se expande cada vez en un mayor porcentaje de la población. El elemento clave de la evolución. Por ejemplo, la mutación que determina una mayor altura, encuentra factores favorables. Así, las personas más altas tienen mayor descendencia. Y más sujetos con esta mutación se mueven por el mundo.

Reloj molecular

El mayor cambio en el estudio es la posibilidad de disponer de grandes bases de datos genéticas. Ahora, los biólogos pueden rastrear la expansión de una mutación genética. Es lo que han hecho en la Universidad de Stanford, en California. La cantidad de veces que una misma mutación es detectada en el ADN de diferentes individuos se usa como una especie de reloj molecular. Tras analizar el código genético de más de 3000 individuos han determinado que una mutación que produzca un cambio relevante puede expandirse a un número importante de humanos en 100 generaciones. Es decir, “solo” 2000 años. Entre los descubrimientos relevantes no solo está el de la altura. También las variaciones en el ancho de la cadera de las mujeres y en la circunferencia craneal de los recién nacidos. Ambos cambios relativamente recientes.