Lo llevó a cabo un cirujano sudafricano, Christian Barnard. Era la madrugada del 3 de diciembre de1967, y Barnard corrió el riesgo de transplantar el corazón de una joven que había muerto en un accidente de tráfico a Louis Washkansky, de 54 años, que sufría una insuficiencia cardiaca terminal asociada a la diabetes, que, pese al éxito de la operación, fallecería 18 días más tarde por una neumonía. Barnard gozó de prestigio inmediato, pero la operación no estuvo exenta de polémica. En primer lugar, porque se daba a un blanco el corazón de una negra en pleno apartheid. Además, al médico le llovieron críticas de quienes lo acusaban de intentar convertirse en un dios. Hasta la revista francesa Paris Match se sintió obligada a implicarse con un análisis de título: La batalla del corazón. ¿Tienen los cirujanos este derecho? "Nunca habríamos imaginado que este logro fuera a generar tanta indignación", relató a la AFP Dene Friedmann, "el profesor Barnard recibió cartas muy duras que lo calificaban de 'carnicero".

Intentos fallidos en Europa

Barnard había aprendido la técnica en Estados Unidos con el profesor Norman Shumway, del Hospital Stanford Lane de San Francisco, que  en 1959 había realizado el primer trasplante de corazón en animales, revestido de problemas por el rechazo que generó en el cuerpo receptor. En los años 70, varios países europeos intentaron experiencias similares pero no obtuvieron buenos resultados. Un año más tarde de este debut, Barnard repetiría la operación reemplazando el corazón de Philip Blaiberg, de 58 años, quien vivió veinte meses desde entonces. Hoy, los transplantes de corazón son casi una operación rutinaria, el año pasado salvaron la vida a más de 7.000 pacientes en todo el mundo, según los datos del Registro Mundial de Trasplantes que gestiona la ONT.