La Vuelta a España vivió en Bilbao una jornada que trascendió lo deportivo. La organización se vio obligada a neutralizar la llegada de la undécima etapa tres kilómetros antes de la meta, en plena Gran Vía, después de que un numeroso grupo de manifestantes contra la presencia del equipo Israel–Premier Tech pusiera en riesgo el dispositivo de seguridad. Hubo empujones, vallas que cedieron, lanzamiento de octavillas y una tensión que obligó a intervenir a la Ertzaintza, que reportó varios agentes heridos y tres detenciones. La Unión Ciclista Internacional (UCI) respaldó la decisión de cortar la etapa y defendió la “neutralidad política” del deporte, pero el daño ya estaba hecho: no hubo ganador ni podio en una de las jornadas más esperadas.
En este contexto, el periodista Juanma Castaño utilizó los micrófonos de El Partidazo de COPE para lanzar unas declaraciones que han encendido el debate público. “Entre las personas tan afectadas en el día de hoy, estoy convencido de que había algunos que estaban celebrando el asesinato de guardias civiles, de concejales, de policías o de militares”, afirmó, vinculando de forma explícita las protestas con la violencia de ETA. En la misma línea, aseguró que “algunos de esos que llevaban banderas de Palestina seguro que, no hace mucho, estaban celebrando la muerte de personas inocentes”. Castaño criticó lo que consideró un uso de la violencia y la extorsión en nombre de la paz, y advirtió de que si el equipo israelí abandonase la carrera sería “una victoria para los que están extorsionando de alguna forma” a la Vuelta.
Todos los periodistas no pueden decir estas gilipolleces porque les pagan, alguno tiene que ser así de tonto de verdad. pic.twitter.com/oFu1Sgt1do
— Siberet (@SiberetSiberet) September 4, 2025
Las palabras del presentador no fueron las únicas que marcaron el programa. Su compañero Manolo Lama cargó contra la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, que horas antes había elogiado las movilizaciones y subrayado que “la sociedad española está dando una lección de humanidad” en apoyo al pueblo palestino. “La ministra posiblemente no ha montado en una bicicleta en su vida”, dijo Lama, en referencia al riesgo al que se expusieron los ciclistas. Aunque reconoció que los manifestantes tienen derecho a expresar su rechazo a la ofensiva israelí en Gaza, consideró que no se puede “poner en riesgo la vida de unos deportistas por tu protesta”.
Lo ocurrido en Bilbao ha abierto un debate con múltiples aristas. Por un lado, la protesta política y social, que históricamente ha acompañado a eventos deportivos de gran magnitud, desde los Juegos Olímpicos hasta partidos de fútbol de competiciones internacionales. Por otro, la cuestión de la seguridad, que quedó en entredicho en una meta donde se esperaba el máximo control. El propio director técnico de la Vuelta, Kiko García, reconoció que el dispositivo había fallado y señaló que la única solución pasaba por que el Israel–Premier Tech “se dé cuenta de que estando aquí no facilita la seguridad de los demás”. Recordó, no obstante, que la organización no puede expulsar a un equipo por reglamento, y pidió que la UCI “tome cartas” sin que las protestas crucen la línea de la violencia.
La plataforma Gernika–Palestina, convocante de la movilización, celebró la acción con un mensaje claro: “Palestina ha ganado esta etapa”. Los organizadores insistieron en que su objetivo es visibilizar el sufrimiento del pueblo palestino, aunque la tensión desbordó el perímetro de seguridad. La Ertzaintza confirmó tres detenidos y varios agentes heridos, mientras los corredores, que no pudieron disputar la victoria en la capital vizcaína, expresaron sentimientos encontrados.
El equipo Israel–Premier Tech, en el ojo del huracán, denunció amenazas y aseguró que continuará en la Vuelta. Su director explicó en entrevistas posteriores que algunos miembros de la escuadra habían recibido incluso amenazas de muerte, aunque descartó abandonar. La UCI, por su parte, reiteró su compromiso con la neutralidad del deporte y con la protección de los corredores.
Si bien es indiscutible que la seguridad de los ciclistas no puede ponerse en riesgo, también lo es que una protesta democrática no debe ser equiparada a celebraciones de la violencia terrorista.
La fotografía final de la etapa es tan clara como inquietante: llegada anulada a 3 kilómetros de meta, sin vencedor ni podio; tres detenidos y cuatro agentes heridos; una organización que reconoce fallos en su dispositivo; un equipo que denuncia amenazas; y un debate mediático dominado por dos frases: la “lección de humanidad” que ve el Gobierno en las movilizaciones, y el salto de Juanma Castaño que llevó a ETA al centro de la conversación. En medio, los ciclistas, que reclaman garantías de seguridad para seguir compitiendo, y una sociedad que sigue discutiendo los límites de la protesta, la libertad de expresión y la neutralidad del deporte.
La Vuelta continuará rodando, pero la etapa de Bilbao ya quedará marcada.