Jorge Javier Vázquez ha escrito este jueves en su blog de Lecturas sobre el arte del ligoteo y el cambio que ha sufrido en los últimos tiempos. La tecnologización de la sociedad y el apego a las redes sociales ha hecho que entablar conversación con un pretendiente sea mucho más sencillo: hay redes sociales exclusivamente para ello, como Tinder, pero Instagram es la reina de la corona.

Colgar fotos y esperar. Seguir a alguien que te guste y echar la caña a través de ‘me gustas’ en la aplicación. Con suerte, llegar a hablar a través del chat de la página. Pedir el móvil o incluso quedar. “El reparto ya se ha realizado antes de pisar el bar o la discoteca: se acude a ellos para tontear con el que estás tonteando previamente en Instagram”, escribe el presentador.

Sin embargo, no a todo el mundo le resulta tan sencillo. El virtualismo sociológico tiene sus fallos: entre ellos, que desplazarse no suele ser una opción. Como cuenta Jorge Javier en su columna, él vive en una urbanización a 10 kilómetros de Madrid, por lo que desplazarse para acostarse con alguien hace más complicada la tarea.

Pero el televisivo tiene una fantasía que podría solucionar esta traba: “Durante algún tiempo he fantaseado con la idea de tener un picadero en Madrid. Un pisito de soltero para dar rienda suelta a un incesante trasiego de sábanas. Es mucho más sencillo así porque en el centro hay más movimiento de lo mío”.

Sin embargo, no es más que una fantasía. Un pensamiento remoto. Pensando fríamente, Jorge Javier explica que ha desechado la idea porque, según expone, ya no tiene “la mente para coleccionar aventuras sin parar”.