Mónica Carrillo se cuela todos los fines de semana en nuestras casas compartiendo plató con un mito viviente de la televisión, Matías Prats. La cuarentena ha sido para ella una “especie de Día de la Marmota maldita” en el que le tocó el papel de ser “transmisora de malas noticias”, tal y como nos describe en una nueva entrevista #PalabraDeConfinad@. Como trabajadora esencial, ha estado al pie del cañón todo el tiempo en la posiblemente más angustiosa y sobrecogedora experiencia informativa de su vida. “Te confieso que me he desmoronado. Más de un fin de semana cuando he llegado a casa he tenido que soltar presión y desahogarme”, asegura.

La cuarentena la pilló recién llegada de Alicante, su tierra natal, donde recibió el Premio Azorín 2020 por su novela ‘La vida desnuda’ (Planeta), su tercera incursión en el mundo literario. Tenía que haberse publicado a finales de marzo pero, coronavirus mediante, acaba de salir a las librerías. En ella cuenta la historia de Gala, que acaba de sufrir un desengaño amoroso y emprende un viaje inesperado para despedirse de su abuela Rosario, que está moribunda. Su recorrido la lleva a explorar los secretos más ocultos de su familia, destapando poco a poco las capas tras las que se ocultaban sus padres, su hermano y su tía Julia. Ella misma terminará convertida en una persona diferente a la que comenzó este viaje.

"Cuento los días para volver a ver a mis padres, pero con la prudencia necesaria"

PREGUNTA.- ¿Te has sentido profeta en tu tierra?

RESPUESTA.- Sí y me ha hecho especial ilusión. El año pasado presenté el Premio Azorín y ya estaba escribiendo esta novela. Estando allí pensé 'yo nunca me he presentado a ningún premio, ¿me podría atrever?' Fui fraguando la idea y cuando terminé el libro me animé y lo presenté, con la salvaguarda de utilizar un pseudónimo.

Fue un día muy especial porque pudieron venir mis padres, mi familia y mis amigos de toda la vida. Fue el 5 de marzo y fíjate todo lo que vino después.

P.- ¿Fue el último día en que pudiste ver a tus padres?

R.- Sí. Al día siguiente trabajaba y tuve que volverme a Madrid. Estoy contando los días para volver a verles, pero con la prudencia necesaria. Todo lo que ha pasado ha sido muy grave y tenemos que ser responsables, que no nos puedan las ganas.

P.- ¿Hemos normalizado, por decirlo de alguna manera, la gravedad de la pandemia?

R.- Va en la condición humana. Tenemos una capacidad de adaptación brutal y hemos pasado por muchas fases durante el confinamiento, en lo emocional también. Todo esto ha sido un gran aprendizaje y la inmensa mayoría lo hemos hecho bien, aunque luego lo que salta son los casos más ruidosos, de gente que no ha respetado las normas.

"Me he desmoronado. Más de un fin de semana, cuando he llegado a casa, he tenido que soltar presión y desahogarme"

P.- ¿Cómo has logrado mantener el tipo, sobre todo en los primeros días, dando noticias con esas terribles cifras de fallecidos y las calles vacías?

R.- Cuando no tienes opciones, no te queda otra que tirar para delante. Pero confieso que ha sido duro. Hemos vivido la parte emocional como todos los demás y también el estar alejados de nuestros seres queridos. Salir a trabajar con las calles vacías fue muy impactante. También ver la redacción semivacía, todos con mascarillas y la mitad de los compañeros teletrabajando. Había mucha tensión y tristeza en el ambiente. Las noticias eran cada vez peores, sin perspectiva suficiente ni hacia delante ni hacia atrás. No sabíamos en qué punto de la curva estabas en esta especie del Día de la Marmota maldita que hemos vivido, A mí me tocaba ser transmisora de malas noticias y eso ha sido lo nuevo. Por mi profesión es algo que hago habitualmente y, por ejemplo, recuerdo la dureza de tener que informar de los atentados de Barcelona, pero nunca había tenido que informar de una noticia de alcance tan prolongada en el tiempo y con tanta trascendencia internacional. Ha sido angustioso y sobrecogedor. Te confieso que me he desmoronado. Más de un fin de semana, cuando he llegado a casa, he tenido que soltar presión y desahogarme. 

"El coronavirus demuestra hasta dónde puede llegar la realidad a convertirse en inverosímil. En esta crisis ha habido un escenario de ciencia ficción total"

P.- Parecía la narración del fin del mundo, sobre todo en televisión, con esas imágenes de calles vacías…

R.- Las imágenes del interior de hospitales, el esfuerzo de los sanitarios, de todos los que han estado en primera línea, los pacientes, el aislamiento de los enfermos, los mayores en las residencias… Es cuando decimos la realidad supera la ficción. Cuando uno escribe ficción, tiene que ser verosímil para que el lector se pueda meter en la historia. El coronavirus demuestra hasta dónde puede llegar la realidad a convertirse en inverosímil. En esta crisis ha habido un escenario de ciencia ficción total.

P.- De alguna manera, y en alusión al título de tu novela, la crisis del coronavirus nos ha desnudado a todos. ¿no?

R.- Sí, se nos han visto las vergüenzas. La gran lectura y el gran aprendizaje de esta crisis es tomar nota de que nos lo estaban advirtiendo y no hemos sabido reaccionar a tiempo. No hemos sabido ver el coronavirus, pero tampoco el cambio climático. ¿Tiene que venir un escenario de película de terror para que reaccionemos?

"Si los ciudadanos exigimos, la clase política tiene que tomar cartas en el asunto"

P.- ¿Nos servirá esta crisis para convertirnos en una sociedad mejor?

R.- Quiero pensar que sí, pero tengo mis dudas. Como ciudadanos tenemos una responsabilidad individual, de civismo, de actuar en consecuencia,  ser responsables de nuestros actos y exigir también. Si los ciudadanos exigimos, la clase política tiene que tomar cartas en el asunto. Los ciudadanos somos corresponsables y debemos creérnoslo.

P.- La novela se inicia con una cita de Gabriel García Marquez sobre nuestras tres vidas, la vida pública, la vida privada y la vida secreta. ¿Las tenemos todos?

R.- Sí, la vida pública, que es la que queremos mostrar y la que los otros perciben, que no necesariamente tienen que ir en sintonía ya que uno no puede controlar la imagen que proyecta. Luego está la privada, a la que sólo tiene acceso tu círculo más íntimo, y la secreta, la infranqueable donde solo entra quien uno decida. Esas tres piezas del puzzle configuran nuestra figura más completa porque, aunque haya distintos tipos de secretos, todos los tenemos. Los secretos son cuestiones inconfesables, pero responden a otras muchas derivadas educacionales, de la ética, de presión social, presiones familiares, tabúes... La protagonista reflexiona mucho sobre esto y va quitando las capas a sus familiares. Va desnudando a su círculo íntimo hasta tal punto que nada es lo que parecía.

"Yo siempre he sido muy reservada y discreta, es una prolongación de lo que yo soy desde niña"

P.- ¿Cómo llevas tener una parte pública tan acusada?

R.- Yo siempre he sido muy reservada y discreta, es una prolongación de lo que yo soy desde niña. Sí es cierto que el gran salto lo di cuando empecé a trabajar en televisión y me hice conocida. El momento clave fue ser consciente de que había dejado el anonimato. Es un proceso que he hablado con otras personas que han pasado por ahí también y cada uno lo vive a su manera. Hay gente a la que le encanta, otros que se rebelan. Como todo en la vida, tiene sus cosas buenas y sus peajes. En mi caso fue más una cuestión de tomar conciencia de que dejaba de ser anónima, para tener una parte de personaje público, pero sólo una parte. Obviamente, si sales en televisión, eres conocida y escribes libros, vas a suscitar interés y se va a hablar de ti. Si lo asumes con la naturalidad que tiene, ya está. Hay parcelas que sigo sin abrir, pero no es que haya puesto una barrera ahora, va en sintonía con lo que soy. No me sentiría cómoda y me daría pudor hablar de otras cuestiones.

P.- Cuando la gente te conoce la intimidad es más difícil de proteger, aunque no cuentes nada de tu vida.

R.- Lo normal es que se den un codazo cuando entras en un sitio. Pero a esto te vas acostumbrando y cuentas con ello. Es coherente y debo admitir que los que se acercan son bastante respetuosos. No me he visto en situaciones incómodas.

P.- En Twitter te presentas como periodista y escritora. ¿Cuánto hay de periodista y cuánto de escritora o las dos facetas son vasos comunicantes?

R.- Son vasos comunicantes. Me gusta mi trabajo como periodista y también escribir, la radio... Tengo muchas inquietudes y la constante es la comunicación. Me encanta contar historias. En los informativos son historias reales, la literatura me permite fantasear y me da libertad absoluta para llevar a los personajes de la nada a donde quieras.

"La única manera de contrarrestar las fake news, noticias falsas y bulos es la verificación"

P.- Las redes sociales se han convertido en un terrible altavoz de bulos ¿cómo se pueden combatir?

R.- La única manera de contrarrestar las fake news, noticias falsas y bulos es la verificación. Tenemos compañeros que están trabajando muy bien combatiéndolos como Newtral o Maldita y también los hay a nivel internacional. La difusión de bulos en redes más privadas tipo whatsapp es más complejo y responde a otro tipo de estrategias, pero en general, lo importante es acudir a fuentes solventes. Es complicado pero es lo que hay.

Soy positiva en cuanto a las redes sociales. En momentos de tensión todo se crispa y polariza, pero hay que aguantar un poco el chaparrón y bajará esa tendencia. Los medios tendremos que seguir luchando para mantener la credibilidad, el rigor y luchar contra la mentira y la desinformación.

P.- ¿La crisis del coronavirus ha conciliado a la ciudadanía con los medios de comunicación?

R.- Lo que hemos notado en televisión es que había mucho consumo y mucha demanda de información, con unos datos de audiencia muy elevados. Ha sido brutal. Agradecemos la confianza, por supuesto, y ahora con la desescalada ha bajado, porque la gente ha empezado a hacer otras actividades, lógicamente. Pero sí, los medios hemos recuperado esa referencia.

"Es una gozada trabajar con Matías, además de lo que supone su figura y el aprendizaje de todos estos años"

P.- ¿Cómo es trabajar con un mito en activo de la televisión como es Matías Prats?

R.- Tenemos muy buena sintonía, mucha complicidad y nos conocemos muy bien. No sólo conectamos con el sentido del humor y alguna broma, también en los momentos de tensión. Somos la pareja más longeva de la televisión y casi sin mirarnos ya sabemos si alguno tiene que retomar una entrevista o lo que sea. Es una gozada trabajar con Matías, además de lo que supone su figura y el aprendizaje de todos estos años.

"Me costaba engancharme a otro tipo de lecturas porque necesitaba volver continuamente a la información"

P.- ¿Qué lecturas te han acompañado durante la cuarentena?

R.- He tenido momento de escasa concentración y he leído muchísima información. Me costaba engancharme a otro tipo de lecturas porque necesitaba volver continuamente a la información. He visto alguna serie que tenía pendiente, como Fariña, y también he leído poesía, ‘Los desnudos’, de Antonio Lucas, porque son pildorillas que te permitían reflexionar, degustar. Volví a leerme Alicia en el país de las maravillas, Rayuela... 

R.- ¿Qué te gustaría destacar de tu nueva novela?

R.- Más que destacar, me gustaría que fuera un compañero de viaje para los lectores del que, como la protagonista, tampoco salieran indemnes. En este momento vital que estamos atravesando, este confinamiento en el que todos hemos tenido vaivenes y no somos los mismos de los que entramos, me gustaría que fuese un paso por el cuerpo de los lectores que les invite a reflexionar, plantearse ciertas cuestiones, conmover, reír, llorar... Me encantaría que emocionara.

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