El vino es uno de los productos gastronómicos más aclamados de nuestro país, y fuera de nuestras fronteras lo saben. Cientos de gurús y críticos gastronómicos se han deshecho en elogios hacia nuestra oferta vitícola a lo largo de los años, y más reciente ha sido el caso de Eric Asimov, experto gastronómico de cabecera del New York Times, que ha quedado fascinado con un local de la capital española no sólo por su vino, sino por otros factores muy especiales.

El estadounidense goza de una buena reputación en todo el mundo de todo el mundo por sus respetadas opiniones gastronómicas, y este verano se ha dado una vuelta por Madrid para conocer los bares de la capital española y elaborar una lista de cuáles han sido sus locales de tapas, bares y restaurantes predilectos. 

En la lista, ha puntualizado que ha huido de los lugares caros y de las estrellas Michelin, y que ha preferido ir a "lugares sencillos y cómodos con comida excepcional, sin importar lo rústicos que fuesen", y que ha habido uno que le ha llamado especialmente la atención.

Se trata de La Venencia, un establecimiento cuya apertura se remonta a la época de la Guerra Civil española y que se ubica en el número 7 de la calle de Echegaray, y en el que imperan tres normas fundamentales:

  1. Prohibido sacar fotografías. "Un recordatorio de los días de conflicto bélico, cuando cualquiera podía sospechar fácilmente de aquellos que tuvieran una cámara", expresa el cronista estadounidense.
  2. Prohibidas las propinas.
  3. Prohibida la conversación excesiva e innecesaria con los camareros.

De acuerdo con el redactor de The New York Times, la última regla se cumple a rajatabla: "Un amigo nuestro tuvo un problema con la última norma. Hicimos nuestro pedido y añadió un 'por favor', y el camarero le respondió: "No necesito tus por favor"".

A su vez, también despierta sorpresas el imperativo referido a la prohibición de hacer fotografías, especialmente cuando nos encontramos en una época en la que tan importante es lo visual y teniendo en cuenta la clientela que puede atraerse a un local a través del boca a boca y las redes sociales como Instagram o Twitter. "Sí, seguimos abiertos, de 12:30 a 15:30 en horario de mañanas y de 19:30 a 24 por las tardes/noches, y no, ni nos gustan las fotos, ni se hacen reservas", reza la carta de presentación de la taberna en su página web.

Jerez para beber

El otro punto de La Venencia que llamó especialmente la atención de Asimov fue la oferta de bebidas del local: o agua o jerez, sin más opciones. "El jerez es todo lo que se ofrece para beber, así como el agua del grifo", expresa el cronista. Los camareros rellenan las botellas de los toneles de madera que se encuentran distribuidos por la pared. "No se nombran productores aquí, y no preguntes", señala, para no incurrir en las prohibidas 'conversaciones innecesarias con los camareros'.

"Simplemente acérquese a la barra de madera para pedir uno de los cinco vinos de Jerez disponibles: manzanilla, fino, amontillado, oloroso y palo cortado", enumera, de los que añade, además, que son "frescos y maravillosos".

Cómo llegar a La Venencia

La Venencia se ubica en el número 7 de la calle Echegaray de Madrid, en pleno centro de la capital. Para llegar hasta el local existen varias opciones. En primer lugar, está la más evidente, que es desplazarse a pie desde cualquier lugar de las proximidades. Pero si se viene desde un poco más lejos, el metro o el autobús son buenas opciones.

En caso de elegir el transporte subterráneo, es posible bajarse en Sol y llegar andando a través de la carretera de San Jerónimo, atravesar la Plaza de Canalejas y continuar por la mencionada calle, que se encuentra perpendicular a la calle de Echegaray. La estación de Sevilla también es una opción, bajando por la calle de Cedaceros o por la de Sevilla hasta San Jerónimo, y desde allí, se hace el mismo recorrido que desde Sol.

En caso de ir en autobús, la parada Carretera de San Jerónimo - Cedaceros da servicio a las líneas 002, 51 y M1 (además de la nocturna N25), por lo que con cualquiera de ellas quedaremos cerca de este local y de sus rocambolescas reglas.