El confinamiento selectivo implementado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, provocó críticas de todos los colores y manifestaciones en varios puntos de la geografía madrileña. El descontento es evidente ante una medida calificada de discriminatoria. Pero a Ayuso le ha salido un aliado, Arcadi Espada, que no solo justifica la decisión, sino que además, pide a la presidenta regional que admita que se trata de una discriminación porque es algo positivo, pues “discriminar es el único modo honrado y eficaz de ocuparse de los pobres”.

En un artículo de opinión publicado en El Mundo, Espada recuerda que Pablo Iglesias fue quien “dijo que el Covid era una enfermedad de pobres”. Y “el líder comunista tenía razón: los ricos morían, aunque en menor proporción que los pobres. Como en cualquier pandemia”.

A renglón seguido, el columnista explica que la cuarentena decretada por Pedro Sánchez no fue bien planteada ni ejecutada porque “las limitaciones de movilidad eran idénticas en Carabanchel que en Pedralbes” y “las personas que disponían de una segunda residencia aireada y solitaria no pudieron salir legalmente de las ciudadanos”. 

Espada reprocha en sus líneas el carácter “indiscriminado” del confinamiento nacional. Y es que, a su juicio, “gran parte de la ruina económica y del fracaso sanitario” fueron provocado por “el confinamiento indiscriminado”: “Con la reacción aterrorizada y de brocha horda que adoptaron muchos gobiernos, y singularmente el español. Quizá fuera esa la única reacción posible de gobernantes bisoños, desorientados e impresionables. Pero era evidente que la enfermedad discriminaba. Discriminaba por edad y discriminaba por dinero, entre otros imponderables. Y eso obligaba a una política discriminatoria, por más que nuestro mundo se resista a la discriminación que impone lo real”.

En este sentido, Espada menta que “Madrid ha impuesto el primer confinamiento selectivo” y, sin pudor alguno, dice lo siguiente: “He leído que un camarero protestaba por que lo autorizaban para salir del barrio para servir cañas a los ricos y en cambio no le dejaban tomárselas en el barrio con amigos. Es exactísimo y están bien descrito. Y así debe ser. La primera condición para dejar de ser pobre -aspiración de cualquier ser, incluida las sanguijuelas tipo Monedero- es reconocer el problema. Y la segunda, sobrevivir”.

Por último., espera que “la presidenta Ayuso debe reconocer que discrimina porque es el único modo honrado y eficaz de ocuparse de los pobres”.