No puedo evitar la emoción al pensar en determinados miembros de mi familia a quienes ya no importo y, sobre todo, en España, a la que tanto añoro”. Con esta confesión arranca Reconciliación, las esperadas memorias del rey Juan Carlos I, escritas con la ayuda de la periodista y escritora francesa Laurence Debray, y que verán la luz el 5 de noviembre en Francia (editorial Stock) y el 3 de diciembre en España, editadas por Planeta.

El volumen, de más de quinientas páginas, se presenta como un relato íntimo y político de un monarca que gobernó España entre 1975 y 2014, y que hoy vive en autoexilio en Abu Dabi. Según ha adelantado La Vanguardia, que ha tenido acceso al contenido, no se trata solo del intento de un rey por reivindicar su pasado, sino, sobre todo, del deseo de un hombre de obtener perdón: el de su familia, su país y su propia conciencia.

El libro está estructurado en tres partes que el propio Juan Carlos ha descrito como un “sándwich”: una introducción dedicada a la soledad y el dolor del exilio, una parte central que repasa su vida y reinado, y un epílogo de tono reflexivo. En la obra, el monarca se ha mostrado dolido y melancólico, orgulloso de los logros conseguidos durante su reinado, pero consciente del deterioro de su imagen pública en los últimos años.

En varios pasajes ha expresado su nostalgia por España y su tristeza por la distancia con su familia. Habla con ternura de la reina Sofía, de quien dice: “Su presencia a mi lado sigue siendo muy querida, pero sé que no quiere complicar el reinado de su hijo”. Sobre el actual monarca, Felipe VI, se ha mostrado comprensivo, aunque no ha ocultado el dolor: “Comprendía que como Rey Felipe adoptara una postura pública firme, pero sufrí que como hijo se mostrara insensible”.

Su relación con Franco y la transición

Uno de los capítulos más extensos está dedicado a su relación con el dictador Francisco Franco, de quien habla con respeto e incluso “cierto cariño”. Además, ha relatado cómo, poco antes de su muerte, el general le pidió en su lecho del hospital “mantener la unidad de España”. “Esa fue su última voluntad —escribe Juan Carlos—, no me pidió mantener el régimen ni los principios del Movimiento. Me concedía libertad para actuar, y así lo hice”.

El rey ha reivindicado también su papel en la transición democrática, y la influencia de Torcuato Fernández-Miranda, su principal consejero en aquellos años. Recuerda una de sus frases más célebres: “Mientras iba vistiéndome, trataba de ponerme los calcetines sin soltar el teléfono, el profesor Fernández Miranda me tranquilizó por tener que jurar fidelidad a los principios del Movimiento al decirme 'usted puede ir de la ley a la ley pasando por la ley'", dicha frase tranqulizó al monarca el 23 de julio de 1960, ya que iba a aceptar ser el sucesor de Franco

Entre las anécdotas personales, ha destacado el bautizo del entonces príncipe Felipe, en 1968, cuando su abuela, la reina Victoria Eugenia, regresó brevemente del exilio. Juan Carlos relata que fue “la única vez que vio turbado a Franco”, sorprendido ante la presencia de “su reina”.

El grueso de Reconciliación está dedicado a su reinado (1975–2014), con abundantes recuerdos de la Transición, la aprobación de la Constitución, la entrada de España en la Unión Europea y los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Sin embargo, el propio texto ha reconocido que muchos de esos episodios ya son bien conocidos y han sido narrados por otros biógrafos.

En el capítulo sobre el 23-F, Juan Carlos ha confiesado que, al grabar su histórico mensaje televisado, llevó la chaqueta del uniforme de capitán general, pero los pantalones que ya tenía puestos. “Sigo teniendo preguntas y dudas sobre la forma en que se desarrollaron los acontecimientos y el papel de algunos”, escribe. “Lo único que sé con certeza es que algunos militares utilizaron sus armas para burlarse de la joven democracia española. Mi obra, y yo no podía tolerarlo.” Asismo, ha recordado con emoción el calvario del terrorismo, especialmente los atentados del 11-M: “Fue una carnicería. Pocas veces he llorado tanto.”

Catalunya, Pujol y el procés

El monarca ha dedicado varios pasajes a las tensiones territoriales. Sobre Jordi Pujol, presidente de la Generalitat durante más de dos décadas, ha señalado: “Sabía que había que marcar límites firmes, porque siempre intentaba sobrepasarse”. También ha reflexionado sobre el procés independentista catalán y el discurso de su hijo tras los hechos de octubre de 2017: “Mi hijo afrontó aquella crisis con firmeza y pronunció un discurso digno de un gran rey”.

Aun así, ha advertido de los peligros de la polarización: “No podemos someternos al chantaje político cuando va en contra de nuestra Constitución. Tampoco podemos dejar de dialogar entre nosotros: Mi preocupación es que cada decisión consiga sentar un precedente que sea muy difícil de revertir en un futuro. Si España es plural, Catalunya también lo es”.

Abdicación y arrepentimiento

El relato avanza hacia su declive político y personal. Reconoce que a partir de 2012, tras el accidente en Botsuana, su popularidad “cayó en picado”. Recuerda el discurso de la Pascua Militar de 2014, cuando, debido a los fuertes analgésicos, sufrió desorientación: “Pronuncié un discurso deshilvanado. Aquel día comprendí que había llegado el momento de abdicar”.

Sobre la renuncia al trono, escribe: “Se lo anuncié el primero a mi hijo. Felipe estaba preparado para tomar el relevo”. Y añade: “No fue fácil retirarse, aunque lo hice sin amargura ni remordimientos, con la certeza de que mi hijo actuaría en interés de la Corona”.

Durante  la ceremonia de abdicación, celebrada en el Palacio Real, el rey Juan Carlos ha explicado, tras firmar el acta de abdicación, que “fue cuando de verdad asumí que había traspasado el poder para siempre”. A su vez, ha explicado que decidió no acudir al Congreso durante la proclamación de Felipe VI para “dejar todo el protagonismo a su hijo” y aparecer brevemente en el balcón del Palacio Real junto a su familia “para mostrar unidad”: “Hice una breve aparición en el balcón del Palacio Real junto a mi esposa, mi hijo, su esposa y sus hijas, Desde el punto de vista simbólico era importante mostrar unidad. Pero no me entretuve. Comenzaba una nueva era, para mí y para el país”.

El libro ha evitado en gran parte las polémicas financieras que han marcado su figura, pero no ha pasado por alto su relación  sentimental con Corinna Larsen, a quien no menciona por su nombre. “Esa relación fue un error que lamento amargamente”, ha admitido. Sobre la reina Letizia, sus palabras son más reservadas: “La entrada de Letizia en la familia no ayudó a la cohesión de nuestras relaciones. Le abrí mi despacho, pero nunca vino.” Aun así, le reconoce “la buena educación que ha dado a sus hijas”. También ha lamentado la distancia con sus nietas, Leonor y Sofía, y de que “no vean habitualmente a su abuela, la reina Sofía, quien podría transmitirles toda su experiencia”.

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