El 13 de noviembre de 1985, el volcán Nevado del Ruiz erupcionaba desencadenando una avalancha que acabó con el municipio de Armero (Colombia). Las cifras de afectados por el lodo volcánico comenzaron a multiplicarse hasta alcanzar, finalmente, más de 25.000 fallecidosmás de 4.000 heridos y alrededor de 3.000 desaparecidos

Entre la oscuridad y el lodo que cubrieron el municipio colombiano hace ya 40 años muchos niños fueron arrancados de los brazos de sus familias. Algunos sobrevivieron y fueron llevados a hospitales o refugios, otros simplemente desaparecieron entre el desorden y la desesperación del rescate. Sus nombres se borraron de las listas, sus rostros se confundieron entre los de tantos que necesitaban ayuda, y el país entero quedó marcado por la imposibilidad de encontrarlos. Así surgía el doloroso nombre de los "niños perdidos" de Armero

Entre aquellos niños que empezaron su camino en busca de sus orígenes, Jenifer de la Rosa. La cineasta, autora de Hija del volcán, nació una semana antes de que el Nevado del Ruiz erupcionara. Su padre falleció en la catástrofe y su madre la dejó a cargo de una socorrista de la Cruz Roja en las labores de rescate. En 1987, la dieron en adopción a una pareja española.

En 2016, a sus 30 años, y tras pasar por un complejo proceso de negación de su identidad y sus orígenes, De la Rosa decidió viajar a Colombia para averiguar qué había pasado con su adopción y, sobre todo, descubrir si su madre, Dorian Tapazco, seguía viva. Durante el viaje, al que los espectadores asisten en el documental y que aún no ha finalizado, terminó descubriendo que tenía una hermana mayor. Juntas continúan buscando a la mujer, a la que parece que se la ha tragado la tierra. "No hay ninguna persona en Colombia, ni viva ni muerta, que responda al nombre de Dorian Tapazco Téllez", le repiten una y otra vez. 

Con motivo del cuarenta aniversario de la tragedia, el documental de Jenifer de la Rosa se proyectará en Colombia, logrando ser el mejor cártel en la búsqueda de su madre. "Seguimos buscando a Dorian y esa es la razón de ser de todo", cuenta la cineasta, que ha tenido que hacer frente a la escasa colaboración de las instituciones.

Dentro de nuestras fronteras, la película se podrá ver en La 2 en la madrugada del 12 al 13 de noviembre y, además, estará disponible en RTVE Play a partir del día en el que se celebra el aniversario de la erupción.

Pregunta: ¿Cuándo empiezas a ser consciente de lo que ocurrió en Armero?

Respuesta: Mis padres hicieron un álbum de fotos cuando fueron a Colombia a por mí, y desde que tengo uso de razón, ese álbum nos ha acompañado. Yo lo tenía accesible, jugaba con él, mis padres me contaban cómo fue el viaje hasta allí. Y en ese álbum, al final, había una foto del Nevado del Ruiz y otra de unas casas destruidas en Armero.

Siempre relacioné mi nacimiento con el Nevado del Ruiz. Como yo nací el día 6, en cuanto empecé a ser un poco más mayor, escuchaba: "es otro aniversario de dónde viene Jenifer". Entonces empecé a relacionar ese volcán que aparecía en el álbum con mi historia. 

En la adolescencia, pasé a no querer que me hablasen nada de ello, pero ya había encontrado los papeles de mi adopción, en los que ponía que mi padre había fallecido en la tragedia y que mi madre me había dejado a cargo de una socorrista de la Cruz Roja y se le había perdido la pista. 

(P): Has contado que cuando empezaste a leer sobre Colombia te causó un shock muy grande.

(R): Sí, no quería ser colombiana. Para mis padres y en mi casa Colombia era un sitio bonito. Mis padres compraron un montón de artesanía , me compraban los libros de Gabriel García Márquez. Y me encantaba Shakira, entonces esa parte era súper bonita. Pero en cuanto empecé a mirar en internet, empecé a escuchar de narcotráfico, las FARC, de todas las milicias que había, etc. Era una parte mucho más turbia.

Además, yo crecí en Valladolid. Cuando empezó a haber inmigración, la visión que había de las mujeres colombianas era bastante sexista: "Nos vinieron a robar a nuestros hombres". Entonces yo no quería ser esa colombiana. Ahí es cuando dije: "Lo voy a ocultar, quiero ser una más".

En la adolescencia no quería que me hablaran de Colombia ni de mi historia

(P): Cuando cumpliste 30 años decidiste ir a Colombia, ¿qué te hizo dar el paso?

(R): Yo por dentro seguía buscando, mi obsesión en internet era enterarme bien del Nevado del Ruiz, de la tragedia de Armero, y buscaba siempre a Dorian Tapazco en internet, pero no la encontraba, no había ninguna información sobre ella. Eso era bastante frustrante.

En paralelo seguía con esa negación de no contar a nadie que era de Colombia, era una ocultación máxima. Se debía también a que siempre que me preguntaban de soy. Ahora mismo respondería: "¿Por qué tengo que dar explicaciones", pero de joven me costaba mucho.

Siempre he sido extranjerizada. Hablas como una vallisoletana, pero no eres físicamente como alguien de aquí. Entonces esa obsesión de la gente por ubicarme derivó en que yo me quisiera marchar de España. Mi pensamiento a los 16 era: "A los 18 te marchas y te vas a vivir a un país en el que seas extranjera. Y entonces podrás decir que sí que eres extranjera y sentirte feliz". A los 18 años convencí a mis padres para ir a Irlanda a aprender inglés y me ayudó un montón. Empecé a contar que era adoptada y seguí viviendo de becas por el mundo.

Cuando regresé a España puse el foco en contar mi historia y ver de qué forma regresaba a Colombia. Y a los 30, justo, empecé un máster de documental y me dije que era la forma de regresar allí. Fui para allá en mi cumpleaños para ver si el documental podía tener un impacto más allá de mí. En el verano de 2016 contacté con la Fundación Armando Armero, que tiene una pestaña especial con vídeos de personas adoptadas por todo el mundo que pensaban que podrían ser de Armero.

Contacté y la respuesta de Francisco, su director, fue muy rápida. Hicimos una primera videollamada, que es la que aparece en el documental y fue el inicio de todo. 

(P): ¿Estabas mentalizada o preparada para todo lo que te pudieras encontrar?

(R): Qué va. Nada. Iba con el escudo de 'soy periodista, voy a preguntar, esto va conmigo, pero con una distancia'. Y también con el objetivo de conocer la cultura y encontrar personas que se pareciesen a mí.

Cuando llegué a Bogotá lo pasé fatal. Estuve enferma varios días, pero, además, fue un shock el regresar y hacerlo sola. Estuve empeñada en hacerlo así, pero es el ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas. Acompáñate, deja que te acompañen. Piensas que es algo muy profundo, tuyo, pero es importante ir con una persona que sea de tu confianza a la que le puedas contar que no te estás sintiendo bien.

A los días vino un cámara, un amigo, y fue un apoyo para llegar a Armero y afrontar que hubiese familias que viniesen a preguntarme o a contarme sus historias, que cada año esperan que llegue una persona como tú. No somos tantas las personas que regresamos, entonces para ellos es muy duro. Ellos son las verdaderas víctimas, los que llevan allí 40 años y siguen yendo a las ruinas con esa esperanza que no pierden.

Los que llevan allí 40 años y siguen yendo a las ruinas con esperanza son las verdaderas víctimas

(P): Uno de los momentos más duros del documental es cuando te dicen que no hubo autorizaciones de salida en la época en la que se te dio en adopción, por lo que era como si no existieras.

(R): Ya estaba curada de espanto en ese momento, por eso me lo tomé como otra cosa más, ¿no? Por parte del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) es una pura fachada. Vas allí, te contestan, te responden y, en mi caso, las formas habían sido tremendamente malas.

Pese a que Colombia para el mundo de la adopción es uno de los países más garantes, en ese momento yo me preguntaba cómo nadie había contrastado la información desde España. O desde el país de destino donde esté ese niño o esa niña. Pero es que, más que contrastar la información, a día de hoy lo que me pregunto es si alguien leyó mi expediente. Porque alguien, una persona adulta y más una jueza, que es que en mi caso tuvo que firmar todos esos documentos y aceptar esa adopción, no hubiera podido hacerlo.

La información que había estaba mezclada, faltaban datos. Y además figuraba una mujer [su madre biológica] que estaba diciendo que no quería dar a su hija en adopción. Entonces para mí era muy doloroso saber todo eso. Que me dijeran que no había habido adopciones en ese tramo y que yo no existía era la guinda del pastel. ¿Qué más me vas a decir? ¿Qué más tengo que escuchar?

(P): ¿Crees que las adopciones irregulares que sucedieron tras la tragedia de Armero fueron fruto del caos de la situación o crees que hubo una intencionalidad detrás?

(R): Cuando una institución que se dedica a hacer las adopciones en un país que ha sido uno de los que más adopciones internacionales ha hecho no da la cara, ¿qué piensas? Porque se le han pedido explicaciones en muchas ocasiones. Y cuando he tenido la oportunidad de ir allí, de entrevistarles, de conversar, es un muro. Entonces no te queda más que sospechar.

Lo que conoces son otras personas que también han tenido problemas en la búsqueda de sus orígenes: "No tenemos tu expediente". Entonces entiendes que es algo que se ha extendido durante mucho más tiempo y que no ha sido solo con Armero. 

Esto es una petición tanto las instituciones colombianas en Colombia como en España: "Por favor, revisadlo". Que den unas explicaciones mejores y haya un buen trato a las personas que somos tanto ciudadanas de allí como de aquí y que estamos buscando explicaciones.

Que me dijeran que no existía era la guinda del pastel. ¿Qué más me vas a decir? ¿Qué más tengo que escuchar?

(P): Lo que el volcán, hablando metafóricamente, no borró, parece que lo han borrado las instituciones.

(R): Es muy duro porque el ICBF es una institución independiente, tiene una presencia enorme en la vida colombiana. Entonces, con tanta presencia y con tanta importancia que tiene, también tiene ese poder para callar y no dar respuestas. Desde el otro lado, como adoptada y persona que busca respuestas, como periodista y cineasta, lo que me queda es denunciarlo y pedir que lo resuelvan. 

La razón por la que las adopciones internacionales han descendido no es porque haya interés por parte de la sociedad en decir que aquello no estuvo bien y que las adopciones fueron irregulares, es porque los gobiernos han dicho: "ostras, dar niños al extranjero no es algo que quede bien".

(P): A los menores afectados se les llama los "niños perdidos" de Armero. En tu caso, fuiste adoptada desde muy pequeña por una familia española. ¿Cómo vives esta dualidad? ¿Te sientes una niña perdida?

(R): Es muy doloroso y cada persona adoptada lleva un proceso. Yo soy una niña perdida, entiendo la razón por la que se nombra así. He conocido tantos testimonios de mamás y papás que tienen la esperanza de que sus hijos saliesen vivos de la tragedia. Pero es que va más allá de esa esperanza, es que tienen datos. Entonces, es normal que los llamen así, porque hay familias que buscan con datos fiables.

En mi caso, sigo asimilando que tenga una hermana, que nos separaran. En mi expediente debían haber puesto que tenía una hermana un año y medio más mayor que yo, pero no lo pusieron en ningún sitio. Lo he tenido que descubrir yo cuando tenía 32 años. Tuve que descubrir por internet que había otra persona que estaba buscando a la misma madre y hacer todo el proceso de búsqueda.

Seguimos buscando a Dorian y esa es la razón de ser de todo

(P): ¿En qué momento del proceso te encuentras ahora? ¿Has continuado con la búsqueda tras terminar el documental y regresar a España?

(R): Cuando terminé el documental necesitaba finalizar porque creo que todo tiene que ver con este proceso de búsqueda. Para mí ya era como "no puedo seguir, no puedo continuar porque me está doliendo". Seguir así me estaba llevando a un camino mucho más complejo y no tenía las herramientas para poder asimilar todo lo que me estaba pasando.

Tuve la suerte de tener un equipo que lo comprendió y entendió que la película finalizaba así, que era un final abierto. Para mí, el documental era mi cartel de buscamos a Dorian. Entonces, el objetivo era que se viese en Colombia. Justo ahora voy a ir a Colombia por el cuarenta aniversario, donde se va a proyectar. También hemos encontrado una distribuidora colombiana que lo va a distribuir por todo el país.

Como aparece en la última imagen de la película, seguimos buscando a Dorian y esa es la razón de ser de todo. Ojalá Dorian esté viva y tenga el deseo de poder contarme si esto es real, y respetar su decisión de continuar una relación o no hacerlo, pero por lo menos poder contrastarlo.

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