Que el internet de las cosas [IoT por sus siglas en inglés] está cada vez más presente en nuestras vidas, es algo que es difícil de negar. Desde aplicaciones simples, como bombillas inteligentes, hasta las más sofisticadas, utilizadas sobre todo en el ámbito empresarial, su desarrollo se está acelerando de forma exponencial.

“La convergencia entre los mundos digital y físico ha emergido como una de las tendencias fundamentales en la base de la transformación digital de las empresas y la economía”, señalan desde la empresa de servicios profesionales McKinsey, que acaba de publicar su informe El Internet de las cosas: puesta al día de una oportunidad en aceleración.

La investigación, que es una segunda entrega de un proyecto que se inició en 2015, revisa las previsiones realizadas hace seis años y realiza proyecciones de futuro hasta 2030. Su principal conclusión es que el potencial económico global que el IoT puede desarrollar en esta década se sitúa entre 5.500 billones y 12.600 billones de dólares. En esta cifra se incluyen tanto el valor capturado por los consumidores, como el de los clientes de productos y servicios de esta tecnología.

El principal valor procederá de entornos de producción y del sector de la salud

Por sectores

Su principal valor se concentra en “ciertos settings (tipos de entornos físicos en los que se despliega el IoT). Hallamos que los settings en manufacturas (que incluyen entornos de producción estandarizados en fábricas, hospitales y otras áreas) supondrán la mayor parte del valor económico potencial del IoT, alrededor del 26 por ciento, en 2030”. En segundo lugar se sitúa el sector de la salud, con entre un 10 y un 14 por ciento.

El principal beneficio procederá de la “optimización de operaciones”, que hará que “la gestión cotidiana de activos y personas sea más eficiente”. En el caso del sector sanitario, el informe destaca que “en los últimos cinco años, hemos percibido que el valor de las soluciones de IoT se ha incrementado. Desde monitores de glucosa o cardiacos conectados para pacientes con enfermedades crónicas, a soluciones para el gran consumo que monitorizan la actividad física, el conocimiento de los consumidores ha crecido de forma significativa”.

Según McKinsey, este tipo de soluciones no están siendo utilizadas solo por consumidores individuales, sino que también se han incorporado a las carteras de las aseguradoras y de los gobiernos, como una forma de mejorar la salud. Además, “la pandemia de Covid-19 ha acelerado potencialmente el uso de soluciones de IoT en salud”, tanto para combatir el virus, como para garantizar un retorno seguro a los puestos de trabajo.

El informe afirma que en términos relativos, los vehículos autónomos son el grupo de generación de valor gracias al IoT de más rápido crecimiento. Se espera que pueda incrementarse en un 37 por ciento [de un billón a tres billones]: “Mientras los sistemas de conducción autónoma roban los titulares, el constante crecimiento del uso de sensores en los vehículos continuará porque los consumidores demandan más seguridad y fiabilidad”.

El B2C ha acelerado como consecuencia de una adopción más rápida de lo esperado de soluciones IoT en el hogar

B2B frente a B2C

En su investigación de 2015, McKinsey estimaba que las soluciones B2B [business to business, es decir, entre empresas] representarían alrededor de un 70 por ciento del valor potencial total de esta tecnología. “Cinco años después, las soluciones B2B siguen siendo la mayoría” cuando se analizan desde la perspectiva de generación de ingresos. “Pero el valor de las aplicaciones B2C [business to consumer o de empresas hacia consumidores] han acelerado como consecuencia de una adopción más rápida de lo esperado de soluciones IoT en el hogar (por ejemplo, automatización de las casas)”.

El documento actual concluye que “como resultado de esta dinámica” se espera que el B2B suponga entre el 62 y el 65 por ciento del valor total en 2030, lo que supone entre 3.400 y 8.100 billones de dólares, según los escenarios menos y más optimista, respectivamente.

China es la protagonista de la mayor historia de crecimiento en IoT

Por geografías

McKinsey señala que “aunque se espera que el mundo desarrollado aporte alrededor del 55 por ciento del valor económico estimado del IoT en 2030, la verdadera historia de crecimiento, desde un punto de vista geográfico, es China”.

El país se ha convertido “en una fuerza global” de esta tecnología, lo que podría situar su aportación al sector en el 26 por ciento del total mundial, ligeramente por encima de su cuota proyectada de participación en la economía global, que se sitúa en el 20 por ciento y por encima de la suma de la de todos los países emergentes [19 por ciento]. Y, en el caso de los entornos de fabricación, se situará por encima del resto de los mercados del mundo, con un 32 por ciento del total de dispositivos instalados: el triple que los emergentes.

Frenos y aceleradores

El informe apunta, como principales factores de impulso del desarrollo de esta tecnología, el cada vez mayor valor percibido por los consumidores. Además, la propia tecnología ha registrado “avances destacables” en los últimos cinco años. Por último, la mejora de las propias redes, por parte de las compañías de telecomunicaciones, con el despliegue de redes 5G y la mejora del rendimiento del 4G, también ha creado mejores condiciones para el desarrollo de dispositivos y aplicaciones.

Sin embargo, “las compañías y los gobiernos a menuda tratan al IoT como un proyecto tecnológico, en lugar de como una transformación del modelo oeprativo”, lo que impide generar los cambios de comportamiento necesarios en los consumidores, además de los de sistemas y procesos.

Por otro lado, “todavía están muy lejos los sistemas que operen de forma ubicua”, lo que dificulta la interoperabilidad, porque se trata de “jardines vallados”. Además, otros frenos, como las dificultades para las instalaciones, la ciberseguridad y la privacidad, deberán ser tenidos en cuenta por el sector.