Twitter anunció el mes pasado que muchos de sus usuarios no son humanos. Desde entonces, la compañía se ha dedicado a contarlos. La cifra: 23 millones.

Ese número supone un 8,5% de sus 271 millones de usuarios mensuales activos [MAU's, del inglés monthly active users]. Según Twitter, estas cuentas son actualizadas de forma automática "sin ninguna acción discernible posterior iniciada por el usuario". Son cuentas que "han contactado automáticamente nuestros servidores para publicar actualizaciones".

Aunque el término robot puede generar inquietud en algunos de nosotros, no debemos preocuparnos demasiado. Sólo un 5% del total de usuarios tienen como objetivo el spam [envío de contenidos no deseados por el usuario]. El resto son usuarios reales que acceden desde aplicaciones como Tweetdeck o Twitter para Mac.

Entonces, ¿cuál es el problema?

Para nosotros, como usuarios, la mera molestia de recibir tweets no deseados. Y, por supuesto, saberse vigilado por millones de "ojos" con el fin de saber más de nuestro comportamiento. El objetivo final, faltaría más, es afinar el envío de publicidad.

Y ahí es precisamente donde tiene el problema Twitter. Muchos de esos robots son, no sólo útiles, sino esenciales para los usuarios. Pero, lógicamente, no tienen ningún interés para los anunciantes. Tanto estos como los responsables de la compañía, son conscientes del efecto que puede tener en la efectividad de las campañas. Y eso, lógicamente, afecta a los ingresos por publicidad.

Con todo, Twitter ha demostrado, cuando menos, tener interés en conocer la cifra de robots que pueblan sus timelines y además informar de ello.