El cultivo de tabaco es perjudicial para nuestra salud, la de los agricultores y la del planeta. La industria tabacalera interfiere en los intentos de sustituir el cultivo de tabaco, con lo que contribuye a la crisis alimentaria mundial”. Así de tajante es la Organización Mundial de la Salud [OMS] a la hora de valorar el impacto de este tipo de actividad en el mundo.

El objetivo de la organización es “animar a los gobiernos a poner fin a las subvenciones al cultivo de tabaco y utilizar los recursos ahorrados para ayudar a los agricultores a cambiar a cultivos más sostenibles que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición”.

La OMS denuncia las maniobras de la industria para obstaculizar el trabajo orientado a unos medios de vida sostenibles

Movilizar para concienciar contra el cultivo del tabaco

La OMS quiere, además, “concienciar a las comunidades dedicadas al cultivo de tabaco sobre las ventajas de abandonarlo y dedicarse a cultivos sostenibles”. De esa forma, espera impulsar “la lucha contra la desertificación y la degradación del medio ambiente mediante la reducción” de la superficie dedicada a este producto.

Y no solo eso, también “denunciar las maniobras de la industria para obstaculizar el trabajo orientado a unos medios de vida sostenibles”.

El tabaco se cultiva en más de 124 países

Alternativas al cultivo del tabaco

Según datos la OMS, hay más de 124 países en los que se cultiva este producto, “ocupando tierras que podrían dedicarse a cultivos para alimentar a millones de personas, lo que reduciría la inseguridad alimentaria”.

La justificación no puede ser ni siquiera económica, porque “no es muy rentable para los agricultores ni para los gobiernos, a pesar de que la industria tabacalera exagera su importancia”.

La institución explica que “su sustitución por el cultivo de alimentos nutritivos tiene el potencial de alimentar a millones de familias y mejorar los medios de subsistencia de las comunidades agrícolas de todo el mundo”.

En el mundo, 349 millones de personas de 79 países que se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda

Crisis alimentaria

En el mundo hay “349 millones de personas de 79 países que se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda, una cifra sin precedentes. Muchas de esas personas residen en países de ingreso bajo y mediano, y más de 30 de esos países están en el continente africano”, denuncia la OMS.

Otra característica “que comparten muchos de esos países es que destinan grandes extensiones de tierra fértil" a este producto, "en lugar de destinarlas a producir alimentos sanos”.

La institución señala que a menudo, los países productores "deben afrontar repercusiones económicas negativas debidas a los perjuicios sanitarios, ambientales y sociales que provoca el cultivo de este producto. En muchos casos, las divisas que se obtienen mediante las exportaciones de tabaco se utilizan para importar alimentos”.

Por eso, considera que este cultivo "deteriora la salud de los agricultores y los trabajadores de las explotaciones agrícolas, y provoca la pérdida irreversible de valiosos recursos ambientales, como fuentes de agua, bosques, plantas y especies animales”.

Agricultores

Los agricultores y sus familiares sufren también directamente el impacto de este producto tan nocivo para la salud. Uno de cada cuatro de ellos padece el mal del tabaco en verde, que consiste en una intoxicación por nicotina: “Esta enfermedad está causada por la absorción de nicotina a través de la piel durante la manipulación de las hojas de tabaco. Provoca síntomas como náuseas, vómitos, mareos, dolores de cabeza, aumento de la sudoración, escalofríos, dolor abdominal, diarrea, debilidad y disnea, entre otros”.

Además, la exposición a sustancias químicas pesadas y a la nicotina pueden equivaler a fumar cada día 50 cigarrillos. “Además, habitualmente estos agricultores trasladan sustancias nocivas a sus hogares por medio de su cuerpo, la ropa o el calzado, lo que somete a sus familiares, sobre todo los niños, a exposiciones secundarias nocivas”, explica la OMS.

El resultado son “afecciones pulmonares crónicas, porque es habitual que la mano de obra del sector tabacalero esté compuesta principalmente por mujeres y niños”. En consecuencia, “también son ellos quienes se ven más afectados por los riesgos sanitarios derivados de la manipulación de las hojas de tabaco en verde y de sustancias químicas pesadas, así como de la exposición al humo de tabaco que desprende el proceso de curado. Los niños son especialmente vulnerables a estos riesgos, habida cuenta de la relación de proporción existente entre su peso corporal y la cantidad de nicotina que absorben a través de la piel”.

Las mujeres embarazadas también se ven afectadas “de manera desproporcionada” por los efectos nocivos del cultivo de tabaco y corren un mayor riesgo de aborto. Además,  “las personas que se dedican a liar bidis (cigarrillos liados a mano), especialmente las mujeres y los niños, inhalan el polvo del tabaco al que se exponen cuando lo almacenan en casa o mientras lían, lo que les provoca enfermedades respiratorias y otros problemas de salud”.