Como no podía ser de otra manera, uno de los sectores más castigados por el coronavirus es el de las ONG. No solo en el plano sanitario: sobre todo en el económico. Estamos hablando de medio millón de empleos, el tres por ciento de los trabajadores de nuestro país. Y su actividad representa el 1,45 por ciento del PIB.

Para muchas ONG, la situación actual -con el confinamiento y la paralización de la economía- supone un verdadero riesgo para su supervivencia. Mónica Batán, co-fundadora de Wanawake Mujer explica la situación actual: “concretamente nuestra causa, promover la igualdad de género y erradicar la violencia de género, no goza de muy buena fama. Y justo en un momento en el que el confinamiento aumenta el riesgo de la violencia machista, ya que hay mujeres que conviven 24 horas con sus maltratadores. En esta tesitura,nos hemos tenido que acoger al ERTE, porque no tenemos ingresos ya que los proyectos que los generan, procedentes en nuestro caso en exclusiva del sector privado, se han paralizado”.

Maua significa "flores" en suahili y son las artesanías con las que se financia Wanawake Mujer

Maua significa "flores" en suahili y son las artesanías con las que se financia Wanawake Mujer

Teníamos contratados muchos eventos, pero todos se han cancelado. Y los gastos siguen.

Autofinanciación
En su caso, la situación es todavía más compleja, porque una parte muy importante de sus recursos proceden de la venta de artículos producidos por las personas a las que ayudan: desde artesanías hechas en Kenia por mujeres que supervivientes de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil, bajo la protección de la ONG local Tasaru Ntomonok Initiative [Rescate a la Mujer], y también en España por mujeres víctimas de la trata con fines de explotación, protegidas por el Proyecto Esperanza.

“Teníamos acordados muchos eventos en los que íbamos a venderlas, pero todos se han cancelado. Y los gastos siguen”, explica Batán.

En Kenya el impacto es mucho mayor: no hay acceso a hospitales, ni agua para mantener las medidas de higiene 

Pérdida de ingresos
El resultado es la pérdida de su actividad productiva. “El proyecto de Mauas [las flores artesanales que venden], que es nuestra fuente de ingresos, no puede seguir. No podemos producir y, aunque tenemos stock, la tienda online también se ha paralizado, por no exponer a la gente de SEUR”.

Para Batán, esta es solo la primera parte del drama. “Nuestras mujeres productoras son de Kenia. La situación allí a día de hoy todavía no es la que tenemos aquí. Pero cuando aquí se recupere la actividad normal, ellas se van a tener que confinar y no van a poder producir. Y allí el impacto es mucho mayor: no hay acceso a hospitales, ni agua para mantener las medidas de higiene que nos están proponiendo aquí. Allí no te puedes confinar, porque son aldeas en las que todo está abierto”.

Es decir, no solo tienen que afrontar la situación actual en España, sino que el impacto en su actividad se va a alargar mucho más. Batán lo resume con una frase que no deja lugar a dudas: “El impacto del coronavirus en los países en vías de desarrollo va a ser un bombazo”.

Pensar en acopios de comida en lugares en donde cada día es un reto sobrevivir parece una entelequia

Malas perspectivas
Eso mismo opina Ignacio Baño, director de Mundo Cooperante. “Nuestra entidad está desarrollando proyectos en 25 países en África, Asia y América y todos se están viendo afectados de una manera u otra por la pandemia", explica.

La situación en esos lugares es más compleja que en el primer mundo. “Estamos muy preocupados por el impacto que pueda tener la pandemia en los países empobrecidos. No sólo por la evidente debilidad de sus sistemas sanitarios, que también; sino por las terribles consecuencias que pueden tener sobre su población medidas como el confinamiento. Pensar en acopios de comida en lugares en donde cada día es un reto sobrevivir parece una entelequia. En economías de subsistencia, lo que se come es lo que se trabaja, o lo que se consigue…”, afirma Baño.

Una situación nada alentadora: “Nos encontramos con un reto sin precedentes. Si en nuestro país este virus está causando estragos, el impacto que tendrá en países con medios limitados puede ser catastrófico”.

Batán nos deja con un mensaje optimista y una buena noticia: “Hay que reconvertirse. Y lo bueno es que la sensibilización a través de redes sociales se está potenciando mucho más. Y el voluntariado también está muy volcado en la supervivencia de la oengé, ya sea por la fuerte inquietud de ayudar o por ocupar el tiempo del confinamiento en algo que nos llene”.