El pasado miécoles 3 de diciembre, la Federación Española de Balonmano, presentó una denuncia ante la Policía Nacional por ciertos ataques racistas y xenófobos que recibieron las jugadoras durante su participación en el último Mundial Femenino. En dicha denuncia, se recoge que el presidente de la RFEBM, Francisco Blázquez, se reunió con las jugadoras y el equipo técnico para hablar de la situación. Todos coincidieron en no publicar nada sobre este problema hasta haber acabado su participación, para no perjudicar la concentración y el foco de las jugadoras y de la afición.

Pese a la polémica, Las Guerreras continuaron jugando durante el torneo. Pero el daño ya estaba hecho. Después de la derrota ante Serbia vinieron otros partidos, y, finalmente, con su eliminación del Mundial, la federación decidió dar a conocer la denuncia. El momento de hacerla pública coincidió con su despedida del campeonato. Así, la RFEBM buscaba proteger al equipo de la presión mediática mientras competía, pero garantizando que los responsables afronten consecuencias.

La derrota ante Serbia, el origen de todo

Tras la derrota ante Serbia (29–31), algunas jugadoras compartieron en redes sociales mensajes con insultos racistas como: “Menos negras y más españolas”, “Nos llenáis la selección de negras y aún así perdéis” o “Todo lleno de negras”. Estos comentarios fueron denunciados públicamente por las deportistas como “inadmisibles” y recibieron el respaldo inmediato de la Asociación de Jugadoras de Balonmano (AMBM), que condenó con dureza tales actos de odio.

El presidente de la RFEBM, Francisco V. Blázquez, fue tajante: calificó los comentarios racistas como “inadmisibles” y expresó su “absoluta firmeza e indignación” ante los hechos. Subrayó que las jugadoras sólo han representado a España con responsabilidad y orgullo, y condenó la actitud de quienes, desde el anonimato, lanzan insultos que atentan contra la dignidad humana. Además, la federación anunció que se personará como acusación particular en el proceso, y colaborará plenamente con la Policía para identificar a los responsables. “No vamos a admitir estos discursos racistas y xenófobos” afirmó la RFEBM, rectores del balonmano en España.

Asimismo, las autoridades policiales recomendaron que las investigaciones iniciales se hicieran con la discreción suficiente para rastrear los perfiles responsables sin alertar a los agresores.

Un problema que hay que solucionar cuanto antes

El caso de Las Guerreras trasciende la mera derrota deportiva. Representa un ataque a la dignidad, a la diversidad, y pone en evidencia que el racismo sigue presente, incluso contra quienes representan a su país en una competición internacional.

Para muchas de las jugadoras (como Danila So Delgado, Lysa Tchaptchet o Kaba Gassama, cuyo origen familiar está fuera de España) estos insultos no son sólo una ofensa individual, sino un ataque simbólico al valor del deporte como espacio de unión, respeto e integración. La respuesta de la federación y de las autoridades (con la denuncia) es un paso imprescindible para que estos casos no queden impunes, y para enviar un mensaje claro: racismo y xenofobia no tienen cabida en el deporte, ni en la sociedad.

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