Dicen que el fútbol no entiende de segundas partes, pero la historia se ha encargado de desmentirlo una y otra vez. Hay jugadores que, incluso después de alcanzar la gloria, sienten que su historia con un club no está del todo escrita. Ya sea por nostalgia, por amor a unos colores o por el deseo de despedirse en el lugar donde todo comenzó, algunos futbolistas han decidido regresar “a casa” antes de colgar las botas.
La reciente visita de Leo Messi al Camp Nou —aunque solo fuese un reencuentro emocional— ha reavivado entre el barcelonismo la esperanza de que el argentino vuelva a vestir de azulgrana, aunque sea de forma temporal. No sería una historia inédita: a lo largo de las últimas décadas, grandes leyendas del fútbol mundial decidieron cerrar el círculo allí donde se hicieron inmortales. Un camino poético que muchos otros siguieron y que quizás esté aguardando al astro argentino.
Didier Drogba – Chelsea FC
Cuando Didier Drogba abandonó el Chelsea en 2012 tras conquistar la Champions League, muchos pensaron que era el final perfecto para una gran historia de amor futbolístico. El costamarfileño había sido el héroe de Múnich, el autor del gol que forzó la prórroga y del penalti decisivo que le dio al club londinense su primera Liga de Campeones. Sin embargo, dos años más tarde, en 2014, Drogba regresó a Stamford Bridge con 36 años y la misma sonrisa de siempre.
Su segunda etapa fue breve pero profundamente simbólica. Ya no era el delantero indomable que asustaba defensas, pero sí un líder carismático en el vestuario. Mourinho lo recibió como a un hijo pródigo, y Drogba respondió contribuyendo con goles, minutos y experiencia a la conquista de la Premier League 2014/15. Su regreso no fue por dinero ni protagonismo: fue una despedida con honor de la camiseta azul que marcó su carrera.
Wayne Rooney – Everton FC
La historia de Wayne Rooney con el Everton es la de un niño prodigio que se marchó demasiado pronto y volvió cuando ya era un veterano. Criado en Merseyside, debutó con los “Toffees” a los 16 años y fichó a los 18 por el Manchester United, donde se convirtió en el máximo goleador histórico del club. Tras 13 temporadas en Old Trafford, Rooney sintió que debía cerrar el círculo.
En 2017, regresó al Everton con 31 años. Su vuelta fue un gesto de amor y gratitud hacia el equipo que le dio la primera oportunidad. Marcó goles memorables, como aquel desde el centro del campo ante el West Ham, y aunque su rendimiento no fue el de antaño, poco importó a los seguidores del club inglés. Rooney no solo regresó al césped de Goodison Park: volvió al lugar donde comenzó a soñar.
Fernando Torres – Atlético de Madrid
Pocos regresos fueron tan emotivos como el de Fernando Torres al Atlético de Madrid. “El Niño” había salido del club en 2007, en plena ebullición como ídolo rojiblanco, rumbo al Liverpool. Una década después, tras un paso irregular por el Chelsea y el Milán, regresó al Vicente Calderón en 2015.
Torres ya no era aquel delantero imparable de su juventud, pero su llegada desató una ola de emoción entre los atléticos. Marcó goles importantes, fue capitán y ejemplo, y, sobre todo, cerró su historia donde debía: en su casa. Su despedida, entre lágrimas y ovaciones, fue uno de los momentos más intensos de la historia reciente del club. “No hay mejor manera de irse que siendo feliz”, dijo en su despedida en 2018, tras marcar sus últimos goles con la camiseta del Atlético.
Zlatan Ibrahimović – AC Milán
Zlatan Ibrahimović siempre dijo que no creía en los finales tristes. En 2020, con 38 años, decidió volver al AC Milán, el club donde había brillado casi una década atrás. Su retorno fue más que un gesto sentimental: fue una declaración de carácter. Con su liderazgo, el Milán recuperó competitividad y volvió a la Champions League tras años de ostracismo.
En su última etapa, Zlatan combinó la veteranía con una autoridad casi paternal sobre los jóvenes. Cuando anunció su retirada en San Siro, entre lágrimas y aplausos, lo hizo ante una afición que lo idolatró dos veces.
Thierry Henry – Arsenal FC
El regreso de Thierry Henry al Arsenal fue breve, pero cargado de simbolismo. En 2012, aprovechando el parón invernal de la Major League Soccer, el delantero francés regresó cedido por el New York Red Bulls para vestir de nuevo la camiseta ‘gunner’.
Henry solo disputó siete partidos, pero le bastó para anotar dos goles que hicieron vibrar al Emirates y devolver al público londinense la nostalgia de su época dorada. Fue un ‘cameo’ de apenas semanas, pero suficiente para recordar que el ‘14’ del Arsenal seguía teniendo una cuenta pendiente con su gente.
Juan Román Riquelme – Boca Juniors
Si hay un regreso que define la palabra “romanticismo”, ese es el de Juan Román Riquelme a Boca Juniors. El ídolo de La Bombonera volvió en 2007, tras su paso por el Villarreal, para liderar al club hacia una nueva Copa Libertadores. No era solo un retorno deportivo: era el reencuentro entre una hinchada y su genio.
Años más tarde, volvió una vez más, en 2013, para despedirse definitivamente con el escudo que lo vio nacer. Riquelme siempre fue más que un futbolista para Boca: fue identidad, talento y sentimiento. Su vuelta cerró una historia de amor eterno entre el jugador y su gente.
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