El pádel es uno de los deportes que más se han popularizado durante los últimos años en España. Su evolución ha sido meteórica: lo que comenzó como una disciplina minoritaria, practicada en clubes privados y círculos reducidos, se ha transformado en un fenómeno social y mediático que mueve masas y genera ídolos. La profesionalización del circuito, la llegada de patrocinadores y la retransmisión televisiva han convertido al pádel en un espectáculo global, capaz de llenar estadios y captar la atención de millones de aficionados.
En este contexto de crecimiento, han surgido figuras que han marcado un antes y un después en la historia del deporte. Alejandro Galán y Juan Lebrón son, sin duda, dos de los grandes referentes de esta nueva era. Su irrupción en el circuito profesional no solo elevó el nivel competitivo, sino que también inspiró a una generación de jóvenes jugadores que ven en ellos el modelo a seguir. Galán, con su potencia y elegancia, y Lebrón, con su carácter indomable y creatividad en la pista, han sido protagonistas de momentos memorables del pádel moderno.
Tres años de éxito
Dos leyendas que unieron sus caminos durante tres temporadas del ya extinto World Padel Tour (2020 ,2021 y 2022) en las que levantaron 33 títulos juntos. Sin embargo, tras años formando una de las parejas más exitosas del circuito, 2023 supuso un punto de inflexión para ambos, derivando esto en una ruptura que fue más allá de las pistas y que dejó diferencias insalvables, hoy en día, para ambos. El inicio del fin fue la irrupción de la pareja hispanoargentina formada por Agustín Tapia y Arturo Coello, que hizo tambalear el dominio de Galán y Lebrón. A esto se sumó una lesión del último en su codo derecho que le mantuvo fuera del circuito tres meses.
Durante este periodo de tiempo, Galán jugó junto a Jon Sanz para evitar una estrepitosa caída en el ranking. Tras la vuelta a las pistas de Lebrón, les costó encontrar las buenas sensaciones hasta que, tras caer en el París Major, Galán mantuvo una conversación con Lebrón en la que le comunicó que su vínculo finalizaría con la temporada: “La realidad es que tuvimos una charla y le dije que no íbamos a seguir el año siguiente”. La charla terminó provocando un giro de guion que vino acompañado de una subida de nivel de ambos, que trajo consigo cuatro torneos de los siete a los que acudieron. Parecía que la pareja continuaría compitiendo junta, pero fue un espejismo.
Una enemistad que se antoja insalvable
El detonante definitivo llegó en el Qatar Major de 2024, cuando un altercado de Lebrón con Mike Yanguas y Javi Garrido acabó con la paciencia de Galán. El madrileño, cansado de la convivencia y de los gestos polémicos de su compañero, decidió poner fin a la pareja en pleno inicio de temporada. La ruptura no fue amistosa: Lebrón confesó sentirse dolido por la falta de apoyo de Galán durante su lesión y por la ausencia de comunicación personal. “Me dijo que éramos amigos, pero nunca recibí una llamada, ni un simple ‘¿cómo estás?’”, declaró el gaditano, visiblemente emocionado.
Galán, por su parte, fue tajante: “Le doy la razón, tendría que haberle dejado antes”. Reconoció que la relación estaba rota desde hacía tiempo y que necesitaba nuevos retos. Tras la separación, Galán encontró rápidamente el éxito junto a Federico Chingotto, mientras que Lebrón, ahora con Franco Stupaczuk, ha tenido dificultades para volver a lo más alto.
El impacto de la ruptura fue inmediato y profundo en el circuito profesional. La separación de la pareja más dominante de los últimos años generó un auténtico terremoto mediático y deportivo. El pádel perdió a una dupla que había cambiado el juego y elevado el nivel competitivo, abriendo la puerta a nuevas alianzas y rivalidades. Además, la enemistad entre ambos ha dejado huella en cada enfrentamiento y en cada declaración pública, con gestos de frialdad y distanciamiento que han alimentado el morbo entre los aficionados.
El deporte, como la vida, está hecho de ciclos. Galán y Lebrón cerraron el suyo como pareja, y parece muy improbable que ambos se reencuentren en el mismo lado de la pista. Su enemistad, lejos de ser solo un capítulo polémico, ha servido para mostrar la complejidad de las relaciones en la élite deportiva y la presión que supone estar siempre en el foco mediático. Aunque su separación ha dejado un vacío en el circuito, también ha abierto la puerta a nuevas alianzas, rivalidades y estilos de juego que enriquecen el pádel profesional.