A medida que van pasando los días, se acerca cada vez más el Mundial de 2026. La gran cita del fútbol de selecciones promete ser esa fiesta del balompié que quede grabada en la memoria colectiva de todos los aficionados a este deporte. Una Copa del Mundo a la que acudirán más selecciones que nunca: 48 combinados nacionales participarán en el torneo y provocarán la movilización a México, Canadá y Estados Unidos de millones de aficionados llegados de todo el planeta.
Con el precio de las entradas por las nubes, las pantallas gigantes ubicadas estratégicamente en las ciudades mundialistas parecían la solución perfecta para muchos seguidores. Sin embargo, esa zona de comunión para los fans perderá parte de su espíritu en Nueva York. Tan solo para ver los encuentros en estas pantallas habrá que abonar cerca de 10 euros, una decisión que ha provocado indignación y desacuerdo y que vuelve a poner el foco en la excesiva mercantilización del fútbol en los últimos años.
En Ticketmaster ya se ha habilitado la venta de entradas para el evento denominado “FIFA Fan Festival”, ubicado en el área de Nueva York/Nueva Jersey. En el portal, los usuarios pueden elegir el partido al que deseen asistir y comprobar que, esta vez, el acceso no será gratuito. El partido inaugural del torneo, entre México y Sudáfrica el 11 de junio, tiene un precio de 12,50 euros para verlo en el Liberty State Park de Jersey City. Un coste compartido por varios encuentros del Mundial, lo que confirma que, lejos de ser un caso aislado, esta será la tónica durante todo el torneo.
El Mundial siempre se ha vendido como una celebración global, un evento que desborda los estadios y se adueña de plazas, parques y calles. Para millones de aficionados sin acceso a una entrada, las fan zones han sido históricamente el refugio perfecto: ambiente festivo, pantallas gigantes y acceso libre. Ese espíritu, sin embargo, empieza a diluirse. Convertir estos espacios en recintos de pago supone un giro radical respecto a ediciones anteriores y deja fuera a buena parte de la afición local.
Precios más caros que nunca, premios más grandes de siempre
El contraste es aún mayor si se observa el otro lado del negocio. Mientras el acceso para el aficionado se encarece, la FIFA ha aprobado el mayor reparto económico de la historia de los Mundiales. En una reunión celebrada en Doha, el organismo anunció que destinará más de 700 millones de dólares a las selecciones participantes, de los cuales 655 millones se repartirán directamente en premios deportivos.
El campeón del mundo en 2026 recibirá 50 millones de dólares, mientras que el subcampeón se llevará 33 millones. Los semifinalistas que no alcancen la final obtendrán cantidades cercanas a los 30 millones, y el reparto se extiende hasta la última posición: incluso las selecciones eliminadas en la fase inicial ingresarán varios millones solo por participar. Nunca antes un Mundial había repartido tanto dinero.
La brecha entre el espectáculo y el aficionado se agranda si se observan los precios de las entradas para los partidos. Tras la polémica inicial, la FIFA anunció un cupo reducido de localidades a 60 dólares, destinadas a los seguidores más fieles de cada selección a través de sus federaciones. Un gesto que llegó después de que se conociera que algunas entradas para la final superaban los 4.000 dólares.
Aun así, la mayoría de precios siguen lejos de lo que históricamente se consideraba accesible. En la fase de grupos, las tarifas más bajas oscilan entre 120 y 265 dólares en encuentros sin países anfitriones. Según cálculos difundidos por varias federaciones europeas, un aficionado que acompañe a su selección desde la fase inicial hasta la final podría superar fácilmente los 7.000 dólares solo en entradas.
Las críticas no han tardado en llegar. Asociaciones de aficionados han denunciado precios “desorbitados” y han pedido a la FIFA que detenga el actual modelo de venta, especialmente el uso de tarifas dinámicas, que ajustan los precios según la demanda. Una fórmula habitual en el deporte estadounidense, pero inédita hasta ahora en una Copa del Mundo.
El contraste histórico es evidente. En el Mundial de Estados Unidos 1994, los precios oscilaban entre 25 y 475 dólares. En Qatar 2022, entre 70 y 1.600 dólares. En 2026, esas cifras se han disparado, al mismo tiempo que la FIFA reconoce haber recibido decenas de millones de solicitudes en las primeras fases de venta.
El Mundial de 2026 apunta a ser histórico en cifras, alcance y espectáculo. Pero también corre el riesgo de convertirse en el símbolo definitivo de un fútbol cada vez más inaccesible para su base social. Más selecciones, más dinero, más negocio… y menos espacios gratuitos para el aficionado de siempre. Una paradoja que amenaza con empañar la fiesta más universal del deporte rey.