Wall Street se ha tambaleado en el final de enero tras los movimientos especulativos de numerosos inversores pequeños sobre empresas como GameStop e incluso materias primas como la plata. Se conocen aún más coletazos que pudieran haber llegado a estas tierras de Bolsas más pequeñas en la figura de la siderúrgica Tubacex. Ya empieza a haber algo de confusión sobre movimientos de fuerte subida en valores pequeños (conocidos en España como chicharros) que es más fácil achacar a su reducido tamaño y el gusto por los valores cotizados en centésimas que a planes preconcebidos.

La historia que se ha vivido la pasada semana en Wall Street es realmente épica. Desde una sección como EL INVERSOR PEQUEÑO no sería posible otra actitud que celebrar esta victoria de los inversores más modestos, casi siempre olvidados y arrastrados por los intereses de los grandes fondos de inversión más especulativos.

La historia no es complicada de entender. Grandes fondos se posicionan a la baja en los valores. Es decir, ganan si la acción baja y pierden si sube. Para ello, piden prestadas acciones que venden a un determinado precio y que luego devolverán cuando el precio haya caído. La conocida en el argot bursátil como “operativa a corto” no está exenta de polémicas. En primer lugar, porque es contraria a la intuición de ganar cuando la acción sube y porque muchos de estos grandes inversores alimentan esa caída en los precios que perjudica a otros inversores que habían comprado con la esperanza de que la acción o cualquier otro activo financiero, metal, divisa, etcétera… suba.

Baste recordar como Europa prohibió, por ejemplo, las ventas a corto sobre los bancos europeos en la crisis de 2008 y se repitió este proceso aunque con menos ímpetu durante la crisis financiera del euro y posteriormente en España tras la intervención del Banco Popular. Curiosamente, en el Popular nunca se puso trabas a los bajistas pero sí en otros bancos de tamaño modesto como el astur-castellano-manchego Liberbank.

Pues estos pequeños inversores reunidos en una plataforma sin costes de comisiones decidieron comprar al grito de “todos a una”, acciones como GameStop donde fondos de inversión tenían posiciones bajistas. Entraron con fuerza en un valor estrecho provocando una fuerte subida de la acción y desbaratando la estrategia de los bajistas confiados en que las malas expectativas de la empresa le harían caer. El resultado es un precio disparado de la acción y fuertes pérdidas para los que apostaron por la caída. Los grandes fondos de inversión habían sido vencidos por vez primera a manos de los pequeños inversores que tantas veces fueron siempre los perdedores.

Para los más estrictos el modo de operar de estos particulares les deslegitima, y puede que lleven razón. Ahora bien, están empleando las mismas armas, las armas que los fondos e  intermediarios han defendido cuando se han puesto en cuestión sus posiciones bajistas en acciones o cualquier otro activo.

Aquí nada tiene que ver el trasfondo económico de la compañía, ni sus resultados, sus expectativas, sus estrategias, sus inversiones o sus dividendos. Es un simple ataque especulativo en contra de posiciones bajistas de grandes inversores con el fin de obtener ganancia y provocarles unas pérdidas jugosas cuando tuvieran que recomprar las acciones en el mercado para devolverlas. Un ojo por ojo financiero de toda la vida.

Se abre una nueva etapa en la inversión poco aleccionadora pero llena de épica con algo también de lírica (ver quejarse con los ojos humedecidos a los gestores de esos fondos). Una especie de justicia divina fatal no exenta de morbo.

A mediados del pasado mes de enero publiqué en estas misma páginas el artículo <a href=https://www.elplural.com/economia/inicio-aprender-invertir-bitcoin_257846102>El mal inicio de aprender a invertir con el Bitcoin</a> en el que lamentaba que mucha gente joven lo primero que conociese de la inversión y el ahorro fuese la especulación dura y pura sin ninguna base económica. Cuentan las crónicas neoyorkinas que se trata de jóvenes agrupados bajo un líder que no supera los 23 años. Pero hoy es el día de celebrar esta primera victoria del pequeño contra el grande. El mañana, da algo más de miedo.