Múltiples variables de ensaladas, gazpacho, salmorejo o incluso crudo. La elección es del consumidor, pero lo evidente es que el tomate es una pieza clave en la gastronomía española, más aún en verano. Además de lo polivalente de su uso, su precio asequible convierte a este pilar de la dieta mediterránea en uno de los favoritos de las familias. India, segundo mayor productor del mundo, también atesora el tomate como uno de sus máximos activos alimentarios; sin embargo, el cambio climático y las ansias por hacer dinero de unos pocos están alejando el producto de los mercados.

El cambio climático está lastrando las cosechas, y por tanto la alimentación, de todo el mundo. Fuertes sequías sucedidas de lluvias torrenciales y viceversa cargan contra las plantaciones, acompañadas de plagas, acabando con gran cantidad de producto y disparando los precios. Desde enero, el kilo de tomates ha incrementado su precio un 700%. Esta espiral inflacionista ha llevado hasta el punto de detonar las protestas, fomentar el contrabando de la fruta e, incluso, ha llevado a una famosa cadena de hamburguesas y comida rápida a eliminar la famosa fruta de todos sus productos.

Más allá de la evidente crisis climática, lo cierto es que la especulación de unos pocos es el otro gran incentivo a las subidas. Como en toda crisis, mientras el pueblo sufre las consecuencias, grandes empresarios se forran. “Nunca he visto que mis productos alcancen estos precios. Hace unos meses, había agricultores que literalmente estaban tirando tomates o dándolo como pienso al ganado”, relata Mahendra Nikam, productor indio, en declaraciones concedidas al periódico India Times.

La tomatecatombe comienza a ponerse tensa en el país asiático y el estallido podría estar cada vez más cerca. Asaltos de plantaciones, secuestros de camiones o contrabando desde países limítrofes son algunas de las actuaciones que se están produciendo. Vehículos cargados de la fruta llegan desde Nepal, país del que la importación de verdura está prohibida, pero donde el precio del kilo oscila en el entorno de las 60 rupias, muy por debajo de los 150 de la India. Tanto es el encarecimiento que el tomate es ya más caro que la gasolina en el país asiático. 

“Mi hermana viene a la India desde Dubai para las vacaciones de verano de sus hijos y le preguntó a mi madre si quería algo de Dubai y mi madre dijo que trajera 10 kilos de tomates”, relata un ciudadano indio a través de sus redes sociales. “Ahora ha empacado 10 kilogramos de tomates en una maleta y los ha enviado”, ha añadido el usurario, reflejando la situación que están atravesando las familias.

El Gobierno indio busca soluciones

Con una situación dramática y unas elecciones a la vuelta de la esquina, abril y mayo del próximo año, el Gobierno indio está intentando tomar decisiones rápidamente. Vender tomates a precios bajos desde puntos de venta públicos es una de las estrategias de la Administración para forzar una bajada en el mercado. Además, desde el 30 de junio está vigente un think tank popular para recabar ideas de toda la población.

Tomato Grand Challenge Hackaton es el nombre que ha recibido este contenedor de pensamientos ubicado en Delhi y al que todos los ciudadanos pueden acudir si creen que pueden aportar soluciones a la crisis. “Un encuentro para generar ideas innovadoras para mejorar la cadena de valor del tomate y garantizar su disponibilidad a precios asequibles”, reza la página web del Ministerio de Consumo, encargado de la propuesta.

En esta línea, y para evitar llegar tarde de nuevo, el Ejecutivo indio a tomado medidas para evitar situaciones similares con otros cultivos vitales para el país. Es el caso de la cebolla, para el que el Gobierno ya ofrece incentivos al cultivo con la intención de asegurar el consumo en los próximos meses. Las fuertes lluvias golpearon también a este cultivo, que de momento no atraviesa una situación tan compleja, pero de sumarse al tomate podría suponer un duro golpe para la estabilidad india.

No obstante, el futuro no resulta halagüeño para los países asiáticos. Una investigación de la prestigiosa revista Nature apunta a que “el clima del sur de Asia se está volviendo cada vez más difícil de pronosticar a medida que los monzones se vuelven más erráticos, y el calentamiento global aumenta los riesgos que plantean las violentas tormentas de lluvia”. Así, las políticas deberán ir más allá de un think tank si realmente quieren evitarse estas crisis, ya no solo en India, sino en el conjunto del planeta.