Desconozco cuándo llegará la vacuna que ponga fin al Covid-19 o, tal y como ocurrió en la mal llamada gripe española de 1918, el rebrote será muy fuerte a la vuelta del verano. Afortunadamente, aún no ha caído en la clarividencia que muchos tenían sobre el devenir de este virus que ha paralizado las economías y que en el mundo se ha llevado por delante a medio millón de personas, según las estimaciones más conservadoras. Hoy daremos por terminado el peor trimestre económico de nuestra historia.

A falta de datos exactos sobre los lamentables fallecimientos de esta pandemia, las previsiones que el Fondo Monetario Internacional (FMI) hace para el conjunto de las economías mundiales sitúan a España como el país más afectado junto con Italia, seguidos muy de cerca por Francia. Amén de otras consideraciones, es curioso que países líderes mundiales en turismo se coloquen al frente de este indeseado pódium. El 14% de la riqueza depende de la llegada de visitantes que el pasado año superaron los 83 millones de personas. 

Este polémico organismo que no pocas veces ha demostrado su escasa capacidad de predicción, considera que el Producto Interior Bruto (PIB) en España caerá el 12,8% en el conjunto del año. Un dato que nos retrotrae a tiempos de la Guerra Civil de 1936, siendo aún superior a la de aquella trágica contienda. 

Comparativas que nos hacen ver la grave situación por la que atraviesa nuestra economía. La paralización desde mediados de marzo hasta bien entrado el mes de junio ha colocado numerosos indicadores de consumo y producción en niveles nunca vistos. El derrumbe de la producción manufacturera y de los servicios, las ventas de automóviles, el consumo en textil, etcétera ha sufrido un desplome nunca visto antes ni en momentos de duras crisis financieras a las que más o menos estamos acostumbrados.

En términos trimestrales, la caída va a ser brutal, según apunta el Banco de España que prevé entre un  15% y un 22% del desplome del PIB entre marzo y el junio que hoy despedimos. Recordar que en el primer trimestre de este fatídico 2020, la economía se desplomó el 5,2%. Estas previsiones de la entidad que gobierna Pablo Fernández de Cos nos colocan con tres puntos más de caída que el resto de países de la eurozona. 

Además de nuestra dependencia económica del turismo, la otra gran clave ha sido la dureza del confinamiento que se ha vivido en España, una de las más intensas que se han realizado en el mundo con esta pandemia. En estos meses se ha planteado siempre la dicotomía entre salud y economía, y no han faltado comentarios de economistas que apuntaban que el daño económico puede ser aún más grave que los estragos del propio virus.

La experiencia ya ha sido cuantificada y en pocos días conoceremos la evolución del PIB español en el segundo trimestre del año y si se confirman los malos pronósticos del Banco de España. Los economistas, enfrentados al criterio de los médicos, explican que ya no será posible un confinamiento a escala global como el que hemos soportado. La solución pasaría de producirse un nuevo rebrote de cierta intensidad a proteger a los colectivos más sensibles al virus, como los mayores de 60 años y geográficamente establecer limitaciones en territorios muy concretos como ya se está viendo en el caso de Pekín.

La incertidumbre sigue latente y continuará hasta que se busque una solución total, seguramente en forma de vacuna. El miedo persiste entre la población que, por lo general, sigue ciñéndose a las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Pero como me decía ayer un economista, otros tres meses del confinamiento como el vivido podrían llevarse por delante no solo el pequeño comercio y la hostelería. Grandes empresas, hoy todavía muy solventes, no podrían soportar otro envite como el vivido.