El presidente de Rusia, Vladimir Putin, cerraba el último fin de semana del año con un decreto por el que se permite a los suministradores rusos de gas natural liquidar sus deudas con “países no amigos” en divisas extranjeras. El decreto en cuestión especifica que las liquidaciones de deuda pueden efectuarse en moneda extranjera, si se utiliza una cuenta especial abierta por un banco autorizado. Por lo tanto, si se sigue este procedimiento, no sería necesario realizar el pago de gas en rublos, como había determinado el Kremlin a principios de abril.

Eso sí, el decreto aclara que solo hace referencia al “reembolso de la deuda del comprador extranjero”, por lo que no muestra visos de que sirva como primer paso reanudar los suministros de gas natural por parte de Rusia a los “países no amigos”. Era en marzo cuando el Gobierno de Rusia aprobaba una lista de Estados y territorios que habían llevado a cabo “acciones hostiles” contra Rusia, a petición de su presidente. En dicha lista de países hostiles se incluyó a todos los países de la Unión Europea (UE), Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, Australia, Reino Unido, Islandia, Canadá, etc.

Desde el 1 de abril, los países “no amigos” de Rusia, sólo podían pagar el gas ruso en rublos. Comenzaban entonces las amenazas cruzadas entre Moscú y Bruselas por un posible corte de gas y la falta de acuerdo en la forma de pago del combustible. El objetivo de Rusia bajo esta premisa no era otro que conseguir que el tipo de cambio del rublo gozase buena salud y la economía rusa recibiese un buen flujo de rublos, disminuyendo el impacto de las sanciones occidentales y evitando la congelación de activos al estar estos en rublos y en entidades rusas.

No obstante, al tener en cuenta la moneda de los contratos, que se hacen en su mayoría en dólares y en euros, Moscú hizo una concesión: los clientes tendrían que transferir dinero en divisas extranjeras a Gazprombank, que compraría rublos en las bolsas y los transferiría a cuentas especiales también en rublos.

Fue entonces cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, avisó a las empresas que comprasen gas a Rusia que, si cedían al “chantaje” del Kremlin para pagar en rublos el suministro, cuando este tipo de pago no estuviese previsto en sus contratos de compra, estarían llevando a cabo “una violación de las sanciones que la Unión Europea impone al régimen de Vladimir Putin” y que esa decisión podría desencadenar en consecuencias legales para las compañías. Más tarde, la Comisión Europea sí permitió a las empresas seguir pagando el gas ruso abriendo cuentas bancarias para los pagos, siempre que la divisa estuviese estipulada en los contratos.

Ahora, la economía rusa comienza a mostrar claros signos de agotamiento, que son evidentes incluso para los más cercanos al Kremlin, y su presidente no está en posición de mantener determinadas exigencias. Todo apunta a que ese ha sido el principal motivo por el que Putin se haya abierto a permitir a los suministradores rusos de gas natural liquidar sus deudas con “países no amigos” en monedas extranjeras.