El exceso de turismo perjudica nuestra salud y la del planeta. A esta conclusión ha llegado el grupo de trabajo del Gobierno francés que ha elaborado un plan para combatir el fenómeno del sobreturismo (overtourism, en inglés), y que se presentó en sociedad el pasado 19 de junio de 2023. La nueva estrategia nacional de la primera potencia turística europea dirigida por Olivia Grégoire, ministra encargada de la Pequeña y Mediana Empresa, Comercio, Artesanía y Turismo, busca preservar el equilibrio entre el atractivo local y la protección de los lugares y su biodiversidad. 

La dimensión del problema nos la da la Organización Mundial del Turismo: el 95% de los turistas del mundo visitan menos del 5% del planeta. Las cifras de España pueden coincidir con las de Francia, el 80% de la actividad turística se focaliza en el 20% del territorio. En nuestro país, los flujos turísticos se concentran en la costa mediterránea, Baleares, Canarias y las ciudades de Barcelona, Madrid, Sevilla, Granada y Málaga.

Las consecuencias de este fenómeno son ya evidentes: aumento de los precios de alquiler y venta de viviendas en estas zonas, rechazo del turismo por las poblaciones locales más afectadas (incluso turismofobia) e impactos nocivos en el medio ambiente (empeoramiento de la calidad del aire, colmatación de los sistemas de tratamiento de residuos, mayor consumo de un bien tan escaso como el agua, etcétera).

Las soluciones al problema del turismo excesivo son comunes a ambos lados de los Pirineos, como ya ensayan algunas ciudades españolas, y pasan por alentar a los turistas a descubrir lugares más escondidos pero igualmente interesantes que los ya saturados por su fama.

Combatir la saturación turística de los sitios abarrotados que ni siquiera se disfrutan no es una cuestión exclusiva de los gobiernos, la sociedad civil también puede contribuir con iniciativas profesionales y sectoriales como la francesa Itinéraire Bis, que promueve imaginarios turísticos más ecológicos y sostenibles. 

Todavía estamos a tiempo este verano de viajar y hacer turismo con criterios de sobriedad y responsabilidad, como optar por el ferrocarril y el autobús frente al transporte aéreo (el avión concentra flujos de viajeros en muy pocos lugares), mientras el tren los distribuye más y tiene menor huella de carbono. Si se escoge el coche, que sea eléctrico o híbrido, procurar la ocupación completa de las plazas o recurrir a fórmulas compartidas como Blablacar o Amovens.

Las redes sociales también son culpables del fomento del sobreturismo, especialmente Instagram. Según un estudio del gabinete Schofields, el 40% de los millennials, la generación nacida entre 1980 y 2000, eligen sus destinos turísticos guiados por las recomendaciones de los influencers y amigos en esta red.

Los personajes famosos que cobran por sus post también son responsables de contribuir a engordar el atractivo de muchos lugares sobrevalorados, que luego defraudan por estar desbordados de turistas. En definitiva, el consejo más positivo es practicar un turismo más sosegado y responsable que el que recomienda la publicidad de las cadenas multinacionales.