Hablamos de impuestos e inversiones y aquí ha llegado la incertidumbre a su máxima expresión. Las rentas provenientes del capital se intuyen como principal objetivo recaudatorio del Gobierno que surja de la alianza del PSOE y de Unidas Podemos junto a otras fuerzas nacionalistas. No hay que olvidar que esas rentas del capital cuyas ganancias en España se gravan en torno al 21% de media ya pasaron por Hacienda anteriormente cuando eran rentas del trabajo o de actividades económicas.

La señal de alarma la dio la semana pasada el Consejo de Economistas en unas jornadas donde se escuchó que las empresas podrían llevar a diciembre sus dividendos de enero con el fin de evitar subidas de impuestos ante una reforma fiscal del nuevo Ejecutivo. Y, en esta misma línea, conscientes de que un Impuesto de Sociedades más elevado podría reducir el dinero destinado a retribuir a los accionistas. Los dividendos, las plusvalías de fondos de inversión o de acciones en Bolsa o la desgravación actual en los planes de pensiones pueden variar a peor –desde el punto de vista del bolsillo del inversor- con un Gobierno más escorado a la izquierda.

Esta previsión de incremento de los impuestos a las rentas del capital o de pérdida de ventajas en los planes de pensiones provocará movimientos significativos en los mercados financieros de cara a este final de un año. Un ejercicio en el que, además, hay ganancias sustanciales con el Ibex 35 acumulando una subida cercana al 10%. Las Bolsas internacionales también han ido muy bien –aún mejor que la española- y en gran parte del ejercicio la deuda también ha vivido alzas importantes. Aunque muchos consideran que son pocos los que invierten en Bolsa en España, lo cierto es que buena parte de los fondos de inversión y los planes de pensiones lo hacen de forma indirecta.

Con un horizonte más negativo desde el punto de vista fiscal y ganancias acumuladas, muchos inversores se verán tentados a deshacerse de sus posiciones en los mercados antes de que termine el año. Una estrategia que pretende vender antes de 2020 ya que si se traspasa este umbral deberá pagar más impuestos por esas plusvalías.

De igual manera, aquellos que deciden aportar dinero a su plan de pensiones en diciembre (una temporalidad que se produce todos los años) se encontrarán en una encrucijada. Por una parte, querrán aportar el máximo posible (8.000 euros) con el fin de beneficiarse de una desgravación mayor, al tiempo que dudarán de esta estrategia al engordar un producto que puede perder parte o todas las ventajas fiscales con el nuevo Gobierno y su reforma fiscal.

Un argumento más para no mover el dinero de los depósitos bancarios donde se concentran nada menos que 900.000 millones de euros del dinero de las familias españolas retribuidos al cero por ciento. Justo cuando los ahorradores lo que necesitan es buscar nuevos destinos más rentables para, al menos, sortear la pérdida de poder adquisitivo que se produce por la inflación.

Actualmente en España la fiscalidad no tiene en cuenta el paso del tiempo. Es decir, paga lo mismo el que mantiene su inversión en Bolsa (por ejemplo) durante 20 minutos que el que la prolonga durante años. Pero las cosas no siempre fueron así. En tiempos de Felipe González, se pagaban menos impuestos cuanto más tarde se vendía con el fin de diferenciar al especulador puro y duro del inversor/ahorrador de medio y largo plazo que busca con ese ahorro un objetivo en el tiempo. Así, a medida que pasaban los años los impuestos a pagar se reducían. Esta podría ser una medida más adecuada que aumentar los tributos de manera indiscriminada. Hay que huir de visiones simplistas y maniqueas por la que cualquiera que tenga un ahorro y le quiera sacar un partido es un mal ciudadano. Hablamos de millones de españoles que ya están suficientemente castigados por los tipos negativos y a los que no sería justo freír a impuestos.