El Observatorio de Emancipación Juvenil del Consejo de la Juventud de España ha publicado este martes un dato clave que demuestra uno de los principales problemas del acceso de los jóvenes a su primera vivienda en propiedad: los menores de 34 años tendrían que cobrar el doble para poder pagar la renta de la compra de una vivienda.

En cifras, esto supone pasar de los 961,03 euros del salario medio actual entre la población más joven a los 1.935,57 euros al mes, según los datos del segundo semestre de 2019. Con este aumento, los jóvenes podrían acceder a su primera casa sin tener que destinar más del 30% de sus ingresos.

Los problemas no solo aparecen a la hora de comprar una primera vivienda, sino que también se complica el acceso al alquiler. Para los jóvenes de hasta 29 años la renta del alquiler supone hasta el 90,7% del salario y en comunidades como Cataluña, Madrid o Baleares incluso supera el 100%. La emancipación, ya sea por compra o por un alquiler en solitario, se hace casi imposible para los jóvenes.

En el caso del alquiler, la subida de los precios de los últimos años, especialmente en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, han reducido las posibilidades al hecho de compartir piso. “La opción menos costosa para las personas jóvenes que desean independizarse es la de compartir el alquiler de la vivienda con otras personas, que teóricamente podría costearse dedicando el 29,9% de su salario individual”, explican.

Los datos ofrecidos por el Observatorio de Emancipación Juvenil demuestran que el principal problema son los bajos salarios entre los jóvenes, así como una falta de capacidad de ahorro. Una situación que se complica especialmente con el impacto del coronavirus.

Los jóvenes no pueden acceder a una hipoteca

En cuanto a la capacidad de ahorro, según las cifras oficiales no parece que los jóvenes puedan acumular alrededor del 20% del valor de la vivienda que habitualmente corresponde al comprador y no financian los bancos. Según el Observatorio, para poder acceder a ello, los jóvenes deberían contar con unos ahorros de 47.104,8 euros de media, es decir, 4,1 veces su sueldo anual.

“La compra de vivienda libre para una persona joven en solitario resulta inviable pues, para hacer frente al pago de la cuota hipotecaria, debería destinar el 60,4% de su sueldo neto, muy por encima del 30% que las entidades financieras suelen emplear como criterio para determinar la viabilidad de un préstamo hipotecario”, reza el informe.

Con esta situación, los jóvenes que se quieren independizar tienen tres opciones que pasan por retrasar la emancipación, participar en un proceso de adjudicación de viviendas protegidas o buscar otras alternativas fuera del mercado.

“Una de ellas consiste en ocupar viviendas cedidas por otras instituciones o personas, presumiblemente familiares cercanos. Como ya se advirtió en 2018, la tendencia sigue siendo ascendiente en las personas jóvenes emancipadas en viviendas cedidas, del 10,7% de 2017 al 12,2% actual”, explica el informe como una de las opciones alternativas.

El 18,7% de los jóvenes estaban emancipados a finales de 2019

Todos estos problemas se resumen en que a finales de 2019 solo el 18,7% de la juventud estaba emancipada, solo unos meses antes de la irrupción de la pandemia y de la fuerte crisis económica derivada de la sanitaria inicial. El problema es especialmente preocupante ya que los jóvenes solían ocupar puestos relacionados con el turismo y el sector servicios, dos de los más afectados por la pandemia.

Además, muchos de ellos todavía están bajo un contrato de prácticas o, en el peor de los casos, en la economía sumergida. “No puede acogerse a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) quien está en unas prácticas extracurriculares o incluso quien trabaja sin contrato. Es un escenario, además, donde la búsqueda de empleo se complica, al igual que la posibilidad de tener una primera experiencia laboral”, explica Manuel Ramos de la Rosa, presidente del Consejo de la Juventud.

El Consejo de la Juventud reclama así ayudas y apoyo a las administraciones: “No podemos permitirnos actuar igual que la última vez. La juventud comenzó 2020 siendo precaria, pobre y dependiente, y durante la pandemia ha sido el colectivo que más ha visto crecer su tasa de paro, que más ha necesitado acogerse a ERTE”.