Patronal y sindicatos han perdido mucho predicamento con el nuevo siglo. Se han rodeado de escándalos económicos, cuando no han puesto al frente de sus organizaciones a figuras muy poco ejemplares como el condenado Gerardo Díaz Ferrán. Los sindicatos son en muchas grandes compañías un grupo de privilegiados liberados que gozan de numerosas prebendas que les ablandan sus funciones reivindicativas. Algo que perciben claramente el resto de trabajadores. Por ello, no es de extrañar que los líderes sindicales anden buscando protagonismo en otras parcelas de la realidad como el independentismo o el feminismo.

Tampoco las élites empresariales han tenido un comportamiento ejemplar, acusados de favorecer partidos políticos más afines con sus intereses. Los calificados negativamente como el grupo del Ibex 35 han sido acusados de realizar maniobras políticas a favor de unos y en contra de otros. Además, su discurso ha estado falta de iniciativas e imaginación.

En la pasada crisis de 2008, con un presidente de la CEOE desacreditado, el ex presidente de Telefónica, César Alierta, impulsó el Consejo Económico para la Competitividad (CEC) que reunía a las grandes del Ibex 35 así como a otros gigantes empresariales como el Grupo Planeta o El Corte Inglés. Este proyecto vio la luz en 2011 como CEOE paralela y duró hasta enero de 2017. Destacan sus optimistas estudios sobre la economía española y la necesidad de una transformación hacia el mundo tecnológico. Fueron más que evidentes sus opiniones contrarias a los nacientes partidos de extrema izquierda y se le considera como inspirador de la reforma laboral que puso en marcha la ministra Báñez durante el primer mandato de Mariano Rajoy. Eran tiempos de posible rescate de la economía española con un fuerte incremento del déficit público. Destacó entre sus actividades, la presentación por el mundo de la economía española, poniendo en valor su potencial de crecimiento que más tarde se demostró.

El lobby empresarial ha vuelto por sus fueros con la celebración ayer de la primera jornada de “Empresas españolas liderando el futuro” que se prolongará hasta el 25 de junio y convocado ya por la CEOE presidida por Antonio Garamendi. Pablo Isla (Inditex), Ana Botín (Santander), Juan Roig (Mercadona), Carlos Torres (BBVA), Jordi Gual (Caixabank), José Ignacio Goirigolzarri (Bankia), Antonio Brufau (Repsol), Francisco Reynés (Naturgy) y otros destacados empresarios de las grandes compañías españolas han coincidido en mantener las reformas que han funcionado y crear un marco de seguridad jurídica que permite invertir sin sobresaltos.

El concepto de consenso ha sido el más repetido. Unos deseos que contrastan con un Gobierno más cercano a introducir cambios importantes en las relaciones que han regido hasta ahora entre empresarios y trabajadores. Además con unos presupuestos para 2021 aún sin concretar, se desconoce el marco de actuación y las nuevas medidas que tiene previsto adoptar. Lógicamente los empresarios no quieren sorpresas y apelan al diálogo.

La CEOE ha hecho su papel de contar a la sociedad cuáles son sus necesidades y deseos para reactivar la economía. Habrá que tomar buena nota de todo lo que digan porque las grandes compañías son responsables de 2 millones de puestos de trabajo en España. Más claridad y transparencia frente a fórmulas como la de la CEC y, sobre todo, una mejor disposición a ser flexibles y escuchar al Gobierno y a las organizaciones de trabajadores. De momento, el comportamiento de la gran empresa ha sido mucho más solidario que en la pasada crisis.

El coste del Covid-19 debe ser repartido entre todos con el apoyo del Gobierno. Alargar los Expedientes Temporales de Regulación de Empleo (ERTE), apoyar a la industria actual y empujar una transformación que nos haga menos dependientes del turismo son los objetivos que se deben poner encima de la mesa.

 De la sesión de ayer, me quedo con una intervención de Pablo Isla, presidente de Inditex que inauguró el foro, y puede sonar a Perogrullo pero se olvidó en pasadas crisis: “Si se destruye el tejido empresarial es muchísimo más difícil reconstruirlo”.