De todas las fórmulas de la nueva economía, las criptomonedas están siendo las más polémicas y las que plantean más dudas sobre su futuro. En 2008 nació el bitcoin, una nueva divisa que quedaba al margen de los bancos centrales y que permitía las transacciones de forma rápida y anónima, alejada del sistema financiero internacional.

Su forma de producción, a través de la “minería” informática se anunciaba más segura que la política monetaria de la Reserva Federal Estadounidense (FED), del Banco Central Europeo (BCE) o del Banco del Japón, después de la crisis de credibilidad de estos organismos con la crisis de las hipotecas basura. El hecho de que estos bancos tan serios se pusieran a dar a la máquina de hacer billetes desvirtuaba sus propias monedas. Es más, en plena crisis volvieron a sonar voces que defendían la vuelta al oro como patrón monetario.

Desde la aparición del bitcoin se han creado más de 2.500 criptomonedas, según datos de investing.com que cotizan diariamente en los mercados. El bitcoin como punta de lanza de esta nueva forma de divisa ha despertado el interés de las finanzas clásicas y algunos bancos como Goldman Sachs, BBVA Ventures o formas de pago como Mastercard o Visa ha iniciado proyectos a su alrededor. Santander junto a UBS, Deutsche Bank y BNY Mellon también lanzaron a la aventura de la moneda digital. Numerosas empresas se subieron al carro de las monedas virtuales y lo han aceptado como forma de pago, llegando al extremo de existir cajeros automáticos que permiten obtener bitcoins.

Pero al margen de defensores y detractores de las criptomonedas, lo cierto es que en torno a ellas –insisto en que ya son más de 2.500- hay un mercado muy complejo que puede acarrear abultadísimas pérdidas a los pequeños inversores. Existen varias formas de invertir, pero la más común es a través de CFDs (contratos por diferencias) con un elevado apalancamiento, es decir, con poco dinero se puede abarcar una posición más grande. También hay plataformas que ayudan al inversor a sumarse a los movimientos de un experto después de conocer su historia de éxito o de fracaso con el manejo de estas divisas. Se trataría de replicar lo que el experto hace y compartir ganancias con él.

Donde existe un total desbarajuste es en el mercado de estas criptomonedas. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) pedía a mediados del pasado año establecer unas mínimas normas de regulación ante el caos existente, con el objetivo de defender a los inversores pequeños que han entrado a especular con esta divisa digital.

Centrándonos en el bitcoin, su evolución en el mercado está siendo claramente de infarto y numerosos inversores se encuentran atrapados en unas gigantescas pérdidas. En estas fechas vivimos los peores momentos de las criptomonedas, de todas sin excepción.  

Actualmente por un bitcoin se paga en el mercado 3.978 dólares, lo que supone en la semana una ganancia de un 2%: todo muy normal. Hace justamente un año, la más famosa de las criptomonedas valía más del doble: 8.912 dólares y después de tocar en mayo pasado los 9.700 dólares inició una carrera a la baja muy pronunciada. Y llegó a su valor máximo en diciembre de 2017 al alcanzar los 13.850 dólares por bitcoin.  La caída actual supera el 70% respecto a máximos, pero los descensos de las criptodivisas han sido aún mayores. Destacan el bitoin cash o el bitcoin gold que se han dejado el 97% de su valor.

Los inversores están asustados con este momento crítico de las divisas digitales. Ahora, una historia que nació libre para sortear los pocos fiables bancos centrales, exige de una regulación que ponga freno a una especulación salvaje que puede dar al traste con este tipo de productos. Si el mundo financiero tiene en gran parte un componente de casino, con las monedas virtuales se ha traspasado claramente esa línea. Los hay que no esperan una recuperación  de estas divisas ni su aplicación como moneda de pago generalizado algún día y se tiran abiertamente a ganar dinero… o a perderlo.