El resultado de los recortes ha provocado el resultado contrario de lo que se esperaba: el paro sigue creciendo y supera ya el 15,6%; la recesión aumentará; el consumo y la inversión se desmoronan; los ingresos públicos no consiguen remontar; y la confianza sigue brillando por su ausencia.

El conservador Coelho, como Rajoy
Portugal está cumpliendo a rajatabla las condiciones de Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Como Mariano Rajoy en España, el conservador Passos Coelho, que ha apostado por la austeridad, ha advertido de que, sin embargo, “no hay curas rápidas” –el presidente español ha dicho que no tiene “varas mágicas”- y de que puede venir algo peor.

Los socialistas se desmarcan
También como en España, los socialistas se han desmarcado de la austeridad sangrante. El portavoz del Partido Socialista portugués (PS) en el Parlamento, Carlos Zorinho, rechazó que los trabajadores paguen los platos rotos y dijo tajante: “Basta de austeridad”. El líder socialista en España, Alfredo Pérez Rubalcaba, viene repitiendo lo mismo desde antes de las elecciones generales de noviembre pasado. Desde el Partido Comunista Portugués (PCP), su secretario general y diputado, Jerónimo de Sousa, consideró la medida de subir la aportación a los trabajadores “un robo”.

Portugal no cumplirá con el déficit acordado
Los portugueses son hoy, un año y medio después del rescate de 78.000 millones de euros, más pobres; su Estado del bienestar, más débil. El IVA que pagan por productos varios es más alto, tienen que pagar el 23%. Los funcionarios y pensionistas que ganaban más de 1.000 euros han perdido sus pagas extras. Todo para nada, porque el 4,5% de déficit comprometido no podrá cumplirse, todo indica que se fijará en el 5,5%, consecuencia de la reducción de los ingresos del Estado, según ha reconocido el propio Gobierno luso. La realidad demuestra que el rescate y los recortes por sí solos no son la solución, al menos si no vienen acompañados de algo más.