El parlamento británico ha rechazado abrumadoramente el acuerdo de Brexit propuesto por la primera ministra, acuerdo que se había conseguido tras un largo proceso de negociación con la Unión Europea en el que el Reino Unido tuvo que ceder finalmente a las imposiciones europeas sobre el sistema de salvaguarda de la frontera entre Irlanda del Norte e Irlanda.

Después de meses en los que los miembros de diferentes partidos, incluido el propio de la Sra. May, habían mostrado su rechazo a este acuerdo, que consideraban en muchos puntos humillante para el Reino Unido, la Cámara de los Comunes no ha dado su apoyo en la votación llevada a cabo el martes con un apabullante resultado en el que 432 miembros de la Cámara de un total de 634 daban un no al acuerdo de Brexit.

La magnitud de la derrota, por un margen de 230 votos incluidos 118 miembros del partido conservador de la Sra. May muestra la profunda insatisfacción sobre el acuerdo. El resultado significa que todas las opciones de Brexit están sobre la mesa que van desde dejar la Unión Europea sin acuerdo, lo que se ha venido llamando un Brexit duro, hasta no salir y permanecer en la Unión después de un segundo referéndum sobre el Brexit.

La primera ministra May manifestó al final de las votaciones que continuará trabajando en busca de un Brexit ordenado, incluso después de que Corbyn, líder del partido opositor Laborista presentara una moción de censura contra su gobierno que se votará hoy miércoles por la tarde. La moción tiene pocas probabilidades de éxito dado que necesitaría el apoyo del partido unionista de Irlanda del Norte DUP y éstos ya han manifestado su intención de no apoyar la moción.

Aún así, y dada la excepcionalidad de la situación, nunca antes en la historia parlamentaria británica un primer o primera ministro había sufrido una derrota de la envergadura que se produjo el martes con la presentación del acuerdo de Brexit, la incertidumbre se mantiene ante la posibilidad, remota pero todavía abierta, de que incluso miembros de su propio partido dieran su apoyo a la moción de censura viendo en ello una posibilidad de mejorar su posición en el seno de una formación  que ha mostrado una gran división interna y en el que los enfrentamientos han sido mas que evidentes.

En medio de esta parálisis política, parece que solo existe unanimidad en el Parlamento en una sola cosa: que el Reino Unido no debería dejar la UE en marzo, fecha límite impuesta por la Unión Europea, sin asegurar un acuerdo satisfactorio.

Los legisladores sin embargo dieron pocas pistas sobre cómo les gustaría ver que se modificara el acuerdo de salida. Se propusieron varias enmiendas que sobre cambios potenciales al acuerdo de salida. Tres de las cuatro enmiendas propuestas fueron retiradas y las cuatro rechazada de manera aplastante, ofreciendo poca claridad sobre donde quiere el Parlamento que se dirija el acuerdo Brexit.

La posibilidad de una prorroga a la salida, prevista para el 29 de marzo, se considera plausible dado que la Unión Europea no estaría interesada en una salida abrupta del Reino Unido por el tremendo impacto negativo que no solo en la economía británica sino también en la europea tendría esta situación.

Dos años y medio después de que el Reino Unido votó para abandonar la Unión Europea, la política británica continúa desgarrándose sobre si Gran Bretaña debería separarse de su principal socio comercial y cómo. El paisaje político fracturado causado por el Brexit ha hecho que sea imposible encontrar un acuerdo en torno al cual los legisladores británicos puedan unirse.

Y este escenario de tremenda indecisión política y la hasta ahora la imposibilidad de encontrar una salida satisfactoria del laberinto en el que se adentraron tras el, ya considerado por todos los analistas, gran error del conservador David Cameron al convocar un referéndum en el que se preguntaba al pueblo británico sobre la permanencia o salida de la Unión Europea, es la que está en el centro de atención de los mercados financieros.

El referéndum se vio influenciado en su momento por campañas de tinte populista que presentaban de manera negativa el impacto de las migraciones dentro de la Unión Europea, en un momento en el que la guerra de Siria produjo fuertes corrientes migratoria desde este país en busca de asilo en Europa. Los últimos datos recabados por empresas de sondeo apuntan a que la decisión de salir no sería respaldada por un nuevo referéndum por lo que la probabilidad de una reconsideración del Parlamento británico en este sentido, aunque baja, tras la derrota masiva de May es lo que el mercado financiero parece estar descontando.

Paradójicamente el mercado de divisas, la libra esterlina, tuvo un comportamiento positivo tras conocerse el rechazo de la propuesta de Theresa May.

Libra

La divisa británica se revalorizaba un 1.5% al conocerse el resultado de la votación.

Y los bonos de este país también se vieron comprados en un primer momento por los inversores, en el caso del bono de 10 años su rentabilidad caía casi cinco puntos básicos (subida de precio), aunque en el día de hoy ha vuelto a retroceder al punto de partida.

Rentabilidad bono británico 10 años.

Rentabilidad bono británico 10 años.

Con estos movimientos el mercado apuesta claramente a una no -salida de los británicos de la Unión Europea. El impacto negativo en la economía de un Brexit duro evaluada por el propio Banco de Inglaterra entre 8 y 12 puntos de pérdida de Producto Interior Bruto supondría un golpe para la economía de este país de un tamaño difícilmente asumible. La racionalidad de las decisiones políticas y económicas que el mercado asume descarta un movimiento tan temerario.

Los acontecimientos futuros estarán repletos de incertidumbre y como consecuencia de volatilidad en los activos financieros, pero el mercado ha mostrado ya su inclinación y la apuesta clara es la de que el Reino Unido no saldrá en el corto plazo de la Unión Europea.