¡Cuánto ha cambiado el comportamiento de la banca y otras entidades financieras en esta dura crisis que se avecina frente a la de 2008! Y para bien. Habrá quien busque estrategias de marketing, publicidad escondida o lograr el respeto que perdieron en la pasada crisis financiera: bienvenido sea. Además, como en aquella, la situación de sus cuentas no es muy favorable y parece que empeorará cuando la pandemia haga realidad los impagos en los créditos que ahora solo se adivinan. Esto da mayor valor a cualquier iniciativa generosa.

En esta sociedad tan enfrentada por la gestión del Covid-19, es obligado buscar noticias optimistas y alentadoras. Ya soportamos una carga demasiado pesada de malas nuevas y de confrontaciones, en gran medida promovidas por nuestra clase política.

La mayor parte de las entidades han realizado donaciones de mayor o menor cuantía en cuanto a material sanitario. Pero más relevante ha sido el adelantamiento del cobro en prestaciones públicas como el paro. La liquidez imprescindible para funcionar día a día de aquellos que no han podido ahorrar y tienen que hacer frente a sus gastos cotidianos. También hemos visto alguna iniciativa curiosa como no cobrar las tarjetas al sector de la sanidad durante este 2020.

Ayer me sorprendió gratamente el acuerdo anunciado por la patronal de las aseguradoras (UNESPA) al ofrecer un seguro gratuito con carácter retroactivo para sanitarios –cubre todo el escalafón de trabajadores- y personal de las residencias de ancianos. 109 aseguradoras han creado un fondo de 38 millones de euros que cubre a 700.000 personas ligadas a la sanidad de toda España. Este seguro gratis total cubre desde el pasado 14 de marzo –inicio del estado de alarma- hasta el próximo 13 de septiembre (6 meses). Según comunicado de UNESPA, el capital asegurado en caso de fallecimiento por causa directa del Covid-19 asciende a 30.000 euros por persona, que percibirán sus beneficiarios. El subsidio de hospitalización, entre tanto, conllevará el pago de 100 euros al día al profesional ingresado siempre que su estancia hospitalaria supere los tres días y hasta un máximo de dos semanas. Es decir, los pagos oscilarán entre los 400 y los 1.400 euros por persona.

La imaginación financiera puesta al servicio de unos trabajadores que se han llevado el primer puesto por sufrimiento en esta pandemia y a los que todos debemos estar eternamente agradecidos.

Patricia Botín, presidenta del Banco Santander, anunciaba este domingo, en una interesante entrevista, otra iniciativa muy loable y que queda lejos del comportamiento de la banca hace una década. Además de los altos precios sobre todo en grandes ciudades, el gran impedimento para que los jóvenes puedan acceder a la vivienda es que deben haber ahorrado previamente al menos el 20% de su valor. Cosa complicada por la precariedad de los salarios que obliga a vivir de alquiler.

Pues bien, el banco que preside ha entablado conversaciones con el sector de la construcción y el Instituto de Crédito Oficial (ICO) con el fin de que los jóvenes tengan que abonar solo el 5% del valor de la vivienda, mientras que el 95% puede ser financiado. El programa se basa en una colaboración con el ICO y empresas del sector inmobiliario. La labor del ICO servía la de avalar hasta el 20% del préstamo.

Según estimaciones del propio banco que hizo públicas en la mencionada entrevista, se podrían crear 500.000 puestos de trabajo con la construcción de 150.000 viviendas.

Una iniciativa que se inscribe en lo que ahora se define como colaboración pública-privada y que será muy necesaria para hacer frente a los retos del Covid-19. La capacidad de gasto público no puede ser infinita y además todos se benefician de este tipo de acuerdos. Queda abierto e incompleto este artículo. Se necesitan muchas más colaboraciones de este tipo para salir todos juntos de esta encrucijada sanitaria, económica y social.