El vínculo laboral entre José Manuel Villarejo e Iberdrola ha resultado ser más amplio de lo que parecía en un principio. Se conocen más detalles de los encargos que la eléctrica le habría pedido al excomisario, entre los que destaca alguna que otra irregularidad. De hecho, Villarejo fue contratado por la empresa para investigar a un accionista que, en 2009, criticó la gestión de Ignacio Sánchez Galán, presidente de la compañía.

Según publica El Confidencial, el director de Seguridad de Iberdrola, Antonio Asenjo, ordenó a José Manuel Villarejo que profundizara en el patrimonio y la trayectoria profesional de este crítico del presidente y le instó a rastrear su círculo de relaciones. La entidad catalogó este espionaje como de suma importancia, según se ha podido saber a través de nuevos audios del caso.

El 20 de marzo de 2009 se celebró en Bilbao la Junta General de Accionistas de la empresa, en plena tormenta desatada por ACS para adherirse al Consejo de Administración de Iberdrola y hacerse con el control de la misma. Los accionistas tuvieron ocasión de hablar en esa reunión y aquí fue donde se desencadenó este nuevo espionaje del excomisario.

Una persona de la Junta tomó la palabra durante el turno de intervenciones y lo hizo para criticar la gestión de Sánchez Galán al frente de Iberdrola. Su aportación apenas duró unos minutos y no salió de la más estricta normalidad. Sin embargo, el presidente de la compañía entendió estas declaraciones como un ataque hacia su persona, por lo que encomendó a su jefe de seguridad que le investigara para saber quién era este accionista.

Antonio Asenjo, tras recibir la orden del presidente de la compañía, se puso en contacto con Villarejo para que le realizase la pertinente investigación. El excomisario, poco menos de un mes después de la Junta, trasladó al jefe de seguridad de Iberdrola los hallazgos que poseía sobre el misterioso accionista.

 “El pavo este que, que... es el hijo. Tiene un despachito, ¿eh? Es abogado y tal. Pero el tipo tiene cierta edad, setenta y tantos años, ya es mayor… El señor que dio la bronca, ¿eh?”, relataba el comisario. “Sí, sí”, respondía Asenjo al otro lado del teléfono antes de dar pie a Villarejo para que continuara aportando información: “Y, y… bueno, efectivamente, tiene embargado… Y el despacho donde… donde está lo tiene embargado, lo que pasa es que lo han recurrido, pero lo tienen, vamos… embargado no. O sea, que se lo ha quedado Hacienda. Por varios…”.

Asenjo cercenó las averiguaciones del excomisario para requerirle que el informe estuviera lo más “temprano” posible en su poder. “Una hojita me puedes hacer, si no te importa…”, rogaba el jefe de la seguridad de la eléctrica al expolicía, que aceptó al instante y le interpeló por el modelo de documento que prefería.

“Eh, sí, sí. No, no, si… ¿Qué quieres? ¿Qué te haga el eso y te mando un correo? ¿O es un tema que prefieres mejor en mano, no?”, preguntó Villarejo. “Bueno, en mano o con un propio, como quieras”, aclaró Asenjo. “Sí, sí, con un propio”, cerró Villarejo.

Una segunda llamada

La primera conversación entre ambos protagonistas se quedó, pero al día siguiente se volvieron a telefonear. Villarejo tenía nuevas noticias sobre el investigado. Las pesquisas, pagadas presuntamente con dinero de la compañía, se habían engrosado y se produjo la segunda conversación.

 “(...) El perfil del personaje es un desastre, como inversor y como tal… Y un tío muy filántropo, muy tal, ¿sabes? Y por todas las gestiones que hemos hecho, o sea, no tienen nada que ver con el perfil de este que quiere dar por culo a la empresa ni nada, no sé”, alegaba Villarejo. “No, no, pero me sorprendía que tuviese esa capacidad de…”, reaccionaba Asenjo a las nuevas averiguaciones.

De hecho, las presunciones de Asenjo se cumplían, tal y como le explica Villarejo. “Efectivamente, el hijo es abogado. Tiene un despacho que se llama Aparicio y no sé qué y no sé cuántos y tal. Bueno, de medio pelo, no está mal”, relató el excomisario. “Y esa es un poco la explicación, que tú tenías razón cuando decías que estaba bien estructurado, como si fuera abogado, ¿no?”. Asenjo mostró su aprobación con un sonido ininteligible.

Pero el comisario no sólo investigó el bufete del hijo, sino que también analizó otros trabajos familiares. “Sí, sí. Según nos han dicho, que tampoco hemos querido hacer, has visto... un… hemos hecho un informe así muy concreto, muy preciso… Este ha cogido mucha pasta por la mujer y la farmacia y tal… Eso ha dejado mucha pasta, ¿sabes? Tienen una farmacia hace mucho tiempo y está la mujer, está la hija, me parece que tienen otra farmacia más y tal. Y digamos que, prácticamente, todo el dinero que han ido metiendo en la empresa y tal, pues el padre se lo ha ido fundiendo hasta que han dicho: ‘Macho no hagas más nada’. Y cada vez que hay una gestión o alguna cosa, pues es el abogado el que lo tiene controlado y tal. Y probablemente tengan alguna inversión en la empresa, porque él es accionista”, relató Villarejo.

Este episodio no ha trascendido jamás y puede acarrear consecuencias a la empresa. Los otros encargos que ordenó la eléctrica a Iberdrola ya las tuvieron, desembocando en dos informes – a la espera de un tercero – y el despido del propio Asenjo, que aterrizó en la empresa el mismo día que Sánchez Galán.