El discurso antiimpuestos de la derecha económica y mediática, pero sobre todo política, es una constante nada novedosa que resuena desde hace décadas. Este posicionamiento neoliberal y contrario al Estado del Bienestar retumba ahora más que nunca en declaraciones públicas y tertulias buscando calar, cual gota malaya, en lo más hondo de la sociedad española. Sus voceros lo están consiguiendo, ya que, como muestran las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la percepción de los españoles de los gravámenes cada vez es más negativa. Este es el nuevo reto que afronta Hacienda, recordar que los impuestos son el último reducto del Estado del Bienestar.

Así, el Ministerio liderado por María Jesús Montero continúa desarrollando la campaña publicitaria, exigida por los socios de Unidas Podemos en octubre del pasado año, para “poner en valor” lo determinante de los impuestos a la hora de redistribuir la riqueza y “proteger el interés general”. No obstante, el argumentario neoliberal se arraiga socialmente, a pesar de que la presión fiscal de España (35,4%) está por debajo de la media de la eurozona (41,4%) y es bastante más baja que la de países como Francia (47,1%), Italia (42,4%) o Alemania (42,5%),según datos de Eurostat, oficina estadística europea. Es indispensable "sensibilizar a la población sobre el valor social de los impuestos, para nuestra vida diaria y para nuestro progreso común”, traslada Hacienda.

La línea discursiva contraria a la recaudación y redistribución, que en alguna ocasión compra parte de la izquierda -con escaso rédito electoral- evita siempre mencionar quiénes son los mayores beneficiados de las reducciones o supresiones de impuestos: los que más tienen. “Donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos” es una afirmación bastante cuestionable si atendemos a las bajadas de impuestos ejecutadas por la Comunidad de Madrid. Las rentas medias y trabajadoras no alcanzan los 100 euros de ahorro anuales con la reforma de Isabel Díaz Ayuso, que dejó de recaudar el pasado año 530 millones de euros. Las rentas más altas se ahorran miles de euros por curso. Los beneficiados de las reducciones de impuestos parecen evidentes, ya que, el ahorro de apenas 100 euros de una familia media española no parece suficiente para hacer frente a gastos como la sanidad o la educación, financiados con los recursos públicos.

No le salió bien la estrategia a Liz Truss, por suerte para la economía y la sociedad británica, que tuvo que recular y dimitir después de anunciar una reducción desmedida de los figuras impositivas. Sin embargo, los gurús liberales han preferido correr un tupido velo sobre este acontecimiento, como si no hubiese sucedido, y continúan difundiendo su palabra. Aunque sencillo y poco sólido, pues unas simples cuentas dejan ver a quién benefician las bajadas de impuestos que proponen, la arenga de bajar impuestos no cesa. Más del 80% de los españoles consideran que los impuestos no se recaudan con justicia. Si bien es cierto que, atendiendo a la progresividad (las rentas más bajas asumen mayor carga atendiendo a su renta), podrían estar en lo cierto.

No obstante, la eliminación de gravámenes no parece la solución preferida de la gran mayoría de economistas, tal como mostró el desplome de los mercados británicos después de a aventura de Truss. “Concienciar” y “recuperar la confianza” son las principales líneas de actuación que la Agencia Tributaria quiere asumir en su próxima campaña, con la pretensión de que la ciudadanía conozca a dónde van destinados sus impuestos y entienda la importancia de estos. Distintas estrategias comunicativas se sucederán en los próximos meses en televisiones, radios, periódicos y demás soportes, buscando extender el discurso del Estado del Bienestar.