Más de 7.000 millones de seres humanos sobre la faz de la Tierra. Sin duda supone un reto desde todos los puntos de vista. De verdad el planeta está preparado para soportar tal presión demográfica. A todas luces parece que no. Pero la realidad es que esta presión puede reducirse en los próximos años. Parece que los índice muestran que la población se reduce. Pero tampoco es una buena noticia sin más.

Niños extraños en 2075

Los estándares de vida occidentales están provocando bajadas en la natalidad importantes. Según las últimas estimaciones, entre 2050 y 2100 las poblaciones combinadas de Asia, Europa y Latinoamérica descenderán significativamente. Esto provocará que hacia la mitad de ese periodo, los niños sean algo realmente extraño. Para mantener la población estable, el ratio de niños por mujer ha de estar en torno a 2. Sin embargo, en los países industrializados rara vez se alcanza el 1,5 niños por mujer en edad fértil. Muchos países europeos y Estados Unidos están en sus índices más bajos de natalidad de toda la historia. En 2016, apenas nacieron en Italia medio millón de niños, para una población total de más de 60 millones de personas. El problema viene determinado porque esta tendencia supone un envejecimiento acelerado de la población. Las mejoras sanitarias e higiénicas están alargando la esperanza de vida muy cerca de los 80 años. Pero la escasa natalidad está empujando la pirámide de población rápidamente.

Importar mano de obra

Así las cosas, una reducida población joven ha de soportar las cargas económicas y laborales de una amplia mayoría de población mayor. A la larga es una situación insostenible. La solución, lógicamente, viene del trasvase de personas de aquellos entornos en los que la natalidad se mantiene fuerte a los países en los que se está reduciendo. Básicamente, la llegada de inmigrantes africanos a los países industrializados. No solo porque cubren aquellos puestos para los que ya no hay demandantes en los países receptores. También porque mantienen los altos índices de nacimientos. Sin embargo, las políticas gubernamentales van en sentido opuesto. Cada vez son mayores las trabas a la inmigración. Una muestra más de que se rechazan las soluciones más evidentes para los problemas más graves.