Pues ya está. Todo el pescado vendido. De donde no hay no se puede sacar. Las cosas son como son... y así se podría estar todo este domingo, tras lo ocurrido anoche en el Festival de Eurovisión. El refranero o los dichos que, a base de repeticiones, se han convertido en parte habitual y sustancial de nuestro lenguaje, incluso permiten añadir aquello de 'se veía venir...'; porque sí, ya la elección de Manel Navarro para representar a España en uno de los eventos musicales más vistos del planeta (si no el que más, aunque no te lo creas), no auguraba nada bueno. 

Sea como fuere, lo cierto es que España volvió a repetir aquello que, para muchos, fue una verdadera vergüenza, es decir, lo que hizo Remedios Amaya: quedar última. 

Las redes sociales, desde que Navarro acabó su actuación, elevaron a los altares de las tendencias hasta cuatro relacionadas con el asunto. Prácticamente todas se han cebado con el gallo que se le escapó al catalán durante la actuación o con el último puesto. Eso sí, todo con mucha ironía e imaginación.

Hay que decir que, por lo menos, a diferencia de la cantaora flamenca, Manel Navarro y su 'canción fresca' y surfera no se vuelven para España con un rosco... por cinco puntos. Incluso alguno pensará aquello de darle la vuelta a la tortilla o a la clasificación, con lo que España sería primera y Alemania segunda. Vamos, el colmo de la política actual... 

Lo más curioso de todo es que, mientras desde TVE se ha apostado por un tema supuestamente moderno, en inglés -renunciando, por lo menos en parte, al idioma de Cervantes frente al de Shakespeare ¿dónde están los defensores de las esencias patrias?), con una imagen 'súper cool', resulta que gana Eurovisión Portugal, con todo lo contrario a lo anterior y una canción ¡en portugués! A lo mejor es cuestión de calidad...