El regreso de los talibanes a la capital de Afganistán ha sido un punto y a parte en la narrativa de una guerra que occidente mantiene desde hace más de 20 años sobre el país. La coalición internacional, liderada por Estados Unidos, se propuso en 2001 mediante la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) estabilizar el país colaborando en el desarrollo del mismo mediante la formación de policía y ejército. Es lo que denominó securitización de Afganistán, que no fue más que otro intento de occidentalización fallido. 

Entonces, los mandos militares occidentales no supieron leer con claridad los códigos en los que se mueve Oriente, como ha ocurrido en otras ocasiones -ejemplo de ello es la desestabilización de Irak-  y es que, como reza un proverbio afgano: Vosotros tenéis los relojes, nosotros tenemos el tiempo. Y así ha sido. Los talibán han arrebatado a los afganos más de dos décadas de avance en materia política y de derechos humanos, en cuestión de meses. Y desde su incursión en 2001, las tropas extranjeras se convirtieron en partícipes de una guerra que ni comprendían y en la que además, no creían.

El rol de España en Afganistán

España participó en el país desde el año 2002 bajo el mando de la ISAF, en apoyo del gobierno interino afgano. Las primeras tropas españolas desplegaron en el año 2002 sumando un total de 350 efectivos. En julio de 2004, el contingente español se amplió a 540 militares. España entonces contaba con 3 bases bajo su responsabilidad. A posteriori, el despliegue español ha ido modificándose de acuerdo de acuerdo a las necesidades de la ISAF. Nuestro país ha llegado a tener más de 1.500 efectivos sobre el terreno.

Sin embargo, en el año 2012 la Organización del Atlántico Norte (OTAN) acordó realizar la transferencia de la responsabilidad sobre la seguridad en Afganistán a las fuerzas de seguridad afganas. Fue entonces cuando España comenzó a replantearse el repliegue del país. La cesión del poder al Ejército Nacional Afgano marcó el principio del fin de la misión española en Afganistán. De hecho, nuestro país invirtió 14,5 millones de euros en la construcción del acuartelamiento y otros 24 millones de euros en la operación logística para repatriar el material allí desplazado. Se trató de la mayor operación realizada por el Ejército español en la última década.

En el año 2013 se produjo el repliegue de la zona de Badghis, dedicada a entregar al Ejército afgano. Le siguieron los puestos avanzados de Moqur y Sangha Tesh hasta el finalmente se entregó la base de Qala-i-Naw, la principal base española en la provincia. A partir de entonces la presencia española se limitaba a la provincia de Herat, donde controlaba el aeropuerto internacional y un hospital con capacidades ampliadas además de la rutinaria presencia de los españoles en los cuarteles generales de Kabul. Cerca de 30.000 militares han participado en las misiones en Afganistán de los cuáles más de 100 han perdido la vida.

En materia económica, España se ha dejado en estos años cerca de 4.000 millones de euros entre gastos de Defensa y ayudas a la Cooperación y el Desarrollo así como en programas multilaterales militares y civiles impulsados desde la OTAN, Naciones Unidas o la Comisión Europea para erradicar la amenaza talibán.

 España se convirtió en el séptimo país más comprometido financieramente con la estabilización de Afganistán

En concreto, según un informe del Ministerio de Defensa, los fondos empleados por España en Afganistán han alcanzado la cifra de 3.500 millones de euros hasta diciembre de 2014. A partir de entonces, el coste de mantenimiento de las tropas que han permanecido en el país ha sido de diez millones de euros, de los cuales 8 millones se han datado en 2020. Fue el pasado 13 de mayo cuando los últimos efectivos del Ejército español abandonaron el país, poniendo así fin a la misión española.

La cooperación civil en Afganistán

Por otro lado, en materia de cooperación internacional, Afganistán dejó de ser país prioritario para la agenda de la Cooperación Española en el último Plan Director 2013-2016. De hecho, Afganistan y la República Democrática del Congo tuvieron importancia hasta 2012, “pues a partir de ese año se fueron reduciendo los programas” ya que ambos fueron retirados de la lista de países prioritarios en el IV Plan Director, asegura la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID).

Sin embargo, durante el periodo de tiempo en el que Afganistán se consideró un Estado fallido, se destinaron cerca de 529 millones de euros al país, según datos de la AECID. Durante este tiempo (2002-2014) España ha colaborado en el país, especialmente en la zona de Bagdhis, donde rehabilitó y equipó el Hospital de la Provincia, así como otros siete centros sanitarios; habilitó 160 kilómetros en caminos antes impracticables convertidos en carreteras y desarrolló centros educativos para 4.650 alumnos. La inversión civil de España en el país ha sido de vital importancia teniendo en cuenta que cuando comenzó la esperanza de vida en el país era de 45 años de edad.

En total, España se ha gastado cerca de 4.000 millones de euros que quedan en papel mojado con la toma de los talibán de la capital del Estado. Nuestro país se convirtió en el séptimo más comprometido financieramente con la estabilización de Afganistán, según revela un estudio del Real Instituto Elcano.

Sin embargo, al igual que ocurriera con los británicos en dos ocasiones en el siglo XIX y con los soviéticos en el XX, Afganistán es esa burbuja en la que aún funcionan los códigos tribales y el poder de decisió radica en los señores de la guerra. En donde el tiempo no tiene medida y las montañas se convierten en refugio y base de entrenamiento para los perpetradores de la barbarie que, a golpe de látigo y fusil imponen la sharía (ley islámica) allá donde van, siendo las mujeres y los niños y niñas las principales víctimas de sus terribles actos.