La posibilidad de que el hidrógeno se convierta en el combustible del futuro es una realidad cada vez más cercana. Entre las empresas más comprometidas con el desarrollo del hidrógeno como energía renovable está Repsol. La petrolera es el primer productor y el primer consumidor de hidrógeno en España, al contar con algunos de los centros industriales más importantes del país. En concreto, el hidrógeno es un componente clave para sus procesos de refino. Se emplea en los tratamientos de desulfuración e hidrocraqueo que mejoran el rendimiento y la calidad medioambiental de sus combustibles.

"El hidrógeno renovable y el de baja huella de carbono podrían llegar a suponer entre el 10 y el 20% del consumo energético mundial"

La compañía está trabajando ya en varios proyectos tecnológicos para generar hidrógeno renovable y reclama un "marco regulatorio adecuado" que facilite su rentabilidad. En este sentido, apunta que el hidrógeno renovable y el de baja huella de carbono pueden constituir dos vectores energéticos de gran potencial con utilidades en la industria, la movilidad o en el sistema eléctrico. “Se estima que, una vez desplegados en todas sus posibles aplicaciones, el hidrógeno renovable y el de baja huella de carbono podrían llegar a suponer entre el 10 y el 20% del consumo energético mundial", explica Elena Verdú, científica senior de Desarrollo de Procesos de Repsol Technology Lab. 

"Para que las soluciones basadas en el hidrógeno sean realmente competitivas, uno de los requisitos clave es contar con un marco normativo adecuado que, a partir de la Hoja de Ruta aprobada por el Consejo de Ministros el pasado 6 de octubre, sea capaz de facilitar el desarrollo de este tipo de proyectos y permita alcanzar los necesarios umbrales de rentabilidad. "Solo de esta forma se podrá producir la verdadera eclosión de esta tecnología", subraya Elena Verdú. 

En su última 'Newsletter', la petrolera señala que uno de los retos para que el hidrógeno renovable despegue está en unos costes de producción que a día de hoy son superiores al hidrógeno convencional. "En el caso de la producción por electrólisis [tecnología para producir hidrógeno renovable con electricidad renovable y agua], el factor más determinante es el precio de la electricidad", que supone el 70-75% del gasto, destaca Elena Verdú. La electrolisis se empleará para elaborar los combustibles sintéticos con cero emisiones netas que Repsol fabricará en su futura planta de Bilbao.

Desarrollo de una tecnología propia y puntera

En paralelo, Repsol está desarrollando una tecnología propia de fotoelectrocatálisis para producir hidrógeno a partir de energía solar. Este desarrollo se realiza junto con Enagás y en la iniciativa también participan varios centros de investigación de referencia como el Instituto de Investigación en Energía de Cataluña, la Universidad de Alicante y la Fundación del Hidrógeno de Aragón.

Consiste en la conversión directa de energía solar y agua para la producción de hidrógeno. “Con este sistema podríamos obtener un hidrógeno renovable competitivo y con un menor gasto energético", porque su principal ventaja frente a la electrólisis "es que no se necesita electricidad y no depende de su precio, lo que permite una reducción significativa de los costes operativos”. 

Hidrógeno convencional con baja huella de carbono

Hoy en día, la tecnología más extendida para la producción de hidrógeno convencional es el reformado con vapor a partir de gas natural. La búsqueda de soluciones para reducir la intensidad de carbono que conlleva la producción de este hidrógeno es uno de los ejes de trabajo prioritarios del área de Tecnología de Repsol.

Una de las alternativas en las que está trabajando es utilizar el proceso convencional, pero cambiando la materia prima fósil por una materia de origen bio, como puede ser un biometano obtenido a partir del tratamiento de desechos biológicos, lodos de aguas residuales, residuos orgánicos domésticos e industriales o biomasa.

Movilidad y generación eléctrica

La generalización del uso del hidrógeno renovable y del hidrógeno de baja huella de carbono también puede contribuir a la descarbonización de la movilidad terrestre, donde podrían cubrir la demanda de los vehículos eléctricos de pila de combustible propulsados por hidrógeno, una tecnología que, cuando se desarrolle plenamente, “se prevé que pueda ser complementaria con el vehículo eléctrico de batería, especialmente en el transporte pesado y de largo recorrido”.

Asimismo, los combustibles sintéticos producidos con hidrógeno renovable “serán esenciales para descarbonizar sectores difícilmente electrificables, como el transporte marítimo o aéreo”, concluye Elena Verdú.